Actualmente, la casa tipo chalet está rodeada de comercios ambulantes donde se venden frutas, verduras, mariscos y antojitos como tacos, tostadas y garnachas. Las vías ferroviarias siguen enfrente, aunque al Tren Transístmico le trazaron una nueva ruta.
Dentro de la vivienda, hay un salón de baile cuyos ventanales verticales están cubiertas con cortinas rojas de terciopelo, mientras que del techo penden media docena de candiles de cristal tipo arañas y al fondo, un piano de cola de metro y medio con un peso superior al cuarto de tonelada.
Un salón con todo el estilo francés, y sobre el costado sur de la pared, un cuadro vertical, grande, con la imagen de Juana C. Romero, quien, fiel a su devoción católica, se mandó a construir un oratorio en el costado oriente de la vivienda, que aún se conserva con muebles originales.
La heredera de la residencia en venta, María Fernanda Basich Muguiro, lamenta que en los últimos años, más de 80 políticos, entre dirigentes partidistas y funcionarios, sólo hayan acudido al chalet para tomarse la foto, en lugar de contribuir al rescate del inmueble.
Lo anterior porque el decreto 1391 de la 62 Legislatura de diciembre de 2015, firmado entre otros diputados por la entonces legisladora local Vilma Martínez Cortés, actual presidenta municipal de Tehuantepec, no fue cumplido por Gabino Cué, recuerda Donovan Rito, el entonces edil tehuano.
A siete años de ese intento por rescatar la casa de Juana C. Romero, quien benefició a Tehuantepec en el ámbito educativo, cultural y comercial, y frente al enojo y sorpresa de algunos tehuanos, el inmueble está de oferta, ante la imposibilidad de restaurarla como patrimonio histórico.
“A quien compre la casa, le entregaremos todos los bienes que están dentro, bienes que forman parte de la historia de Tehuantepec”, explica Basich Muguiro, quien admite que es doloroso desprenderse de una historia de familia, pese al paso de once generaciones.