Victoria Bizu, una escritora zapoteca de 8 años que presenta su primera obra, Los colores perdidos
Hace un año Victoria comenzó a escribir sus historias; de este ejercicio, obtuvo como resultado su primer libro, Los colores perdidos; hasta ahora ha logrado vender 150 libros
Juchitán de Zaragoza.— Vicky sabe, porque su abuela se lo contó, que un día el Dios de los Candados (así llama a San Pedro), trepado en un nicho de la iglesia del municipio de Unión Hidalgo, “le hizo el milagro” de hacerla hablar a los tres años.
Victoria Pineda Jiménez nació con un problema de lenguaje; no obstante, desde que se obró el milagro, dice que no ha parado de hablar y narrar a quien quiera escuchar las historias que imagina.
Fue hasta hace un año que decidió ir más allá de la palabra hablada y comenzó a escribir sus historias; de este ejercicio, obtuvo como resultado su primer libro, Los colores perdidos.
Foto: Roselia Chaca
Victoria Bizu (Victoria Abeja, traducido del zapoteco), como se nombra artísticamente, tiene ocho años y es hija del profesor de educación física y poeta Dalthon Pineda Martínez; por ello, se podría decir el amor por los libros y las narraciones le vienen del padre.
Victoria no es nada tímida y sí muy precisa al platicar, por eso, cuando alguien le pregunta por los libros que ha leído, enumera cinco: Canek, de Ermilo Abreu Gómez; El Principito, de Antoine Saint-Exupéry; Xilase qui rié di' sicasi rié nisa guiigu' / La nostalgia no se marcha como el agua de los ríos, de la poeta juchiteca Irma Pineda Santiago; Binni záa/Los Zapotecas, del también escritor originario de Juchitán Macario Matus y por supuesto, Cuarenta Lunas, texto escrito por su papá.
El primer libro de Vicky, cuenta, nació como un ejercicio escolar: ella cursaba el segundo grado de primaria cuando la maestra le pidió que escribiera un cuento; sin preguntar el cómo, la pequeña escribió la historia de un camaleón que perdió sus colores y vagaba triste por los árboles, pero con el consejo y ayuda de una tortuga recorrió los caminos mientras comía varias frutas, hasta que adquirió el color de ellas, recuperando así todos sus colores.
Foto: Roselia Chaca
Este microrrelato, titulado Colores perdidos, se lo enseñó a su padre, y éste, maravillado por la historia y el talento de su hija, envió el trabajo a un amigo editor, mismo que reconoció la creatividad de Victoria y decidió guiarlos en la corrección de estilo.
Emocionada, Victoria pidió que su cuento estuviera en un libro; fue así como, con la ayuda de su padre, elaboró uno muy rudimentario. Pero la cosa no terminó allí, una vez hecho, Victoria y Dalthon decidieron mejorar el prototipo de libro con la ayuda de tutoriales de la plataforma de video YouTube, así como con la ayuda del resto de la familia.
Con el apoyo de su madre y dos hermanas, así como el relato editado en computadora, produjeron 10 ejemplares con dibujos; además, incluyeron un paquete de lápices de colores, lo que hizo que el libro se convirtiera en un texto didáctico.
Foto: Roselia Chaca
Estos primeros 10 ejemplares los regalaron a sus familiares. Dalthon Pineda subió fotos de estos libros únicos a su red social Facebook, para presumir el logro y talento de su hija; a raíz de ello, se llevó una gran sorpresa cuando comenzaron a encargarle ejemplares. En total, lograron vender 150 libros.
“No lo elaboramos para vender, sino para la familia, pero comenzaron a pedirnos los libritos, así que todos en la familia participamos en la elaboración de los libros.
“Cada ejemplar lo vende ella a 30 pesos y el dinero lo ahorra para comprarse un ajedrez. Estoy muy feliz por el amor que le tiene a los libros y la lectura. Lo que hizo ahora sirve como ejemplo a otros niños y maestros en la elaboración de materiales de manera fácil y económica”, explica Dalthon Pineda.
Victoria dice que quiere seguir leyendo libros y escribir más cuentos; tanto es así que está preparando uno más, pero, sobre todo, quiere ser escritora como su papá, viajar y ver su nombre en Google.
“Me gusta mucho jugar ajedrez, los cubos de Rubik, pero sobre todo me gusta leer, tengo muchos libros, me gusta escribir las historias y quiero seguir haciendo mis libros. Quiero ser como mi papá, viajar por el mundo dando entrevistas, ver mi nombre en Google, como mi papá”, comenta en un zumbido Victoria Bizu, sentada en una hamaca en el patio de su casa ante la mirada orgullosa de su padre.
Foto: Roselia Chaca
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