“Se le extraña y siempre hará falta la presencia de Toledo, pero seguimos con sus espacios”

A un año de la partida del artista, los espacios que creó en Oaxaca trabajan para mantener vigente su legado y acercar el arte a la gente, aunque ahora, por la pandemia, de forma digital

“Se le extraña y siempre hará falta la presencia de Toledo, pero seguimos con sus espacios”
Foto: Mario Arturo Martínez. EL UNIVERSAL
Metrópoli 05/09/2020 10:55 Christian Jiménez Actualizada 10:50

Oaxaca de Juárez.- Desde hace un año, las calles de la ciudad de Oaxaca extrañan los pasos apresurados y la energía con la que se sacudía la melena emblanquecida que cubría el rostro con profundo semblante de Francisco Toledo, el artista, filántropo, promotor cultural y oaxaqueño comprometido como nadie con su estado.

Fue el 5 de septiembre de 2019 cuando Ta Min, como lo llamaban sus paisanos en Juchitán, partió del plano terrenal, a pocos meses de haber cumplido 79 años. Su muerte conmocionó al mundo, que la consideró como una pérdida irreparable para el arte y la cultura, pero sobre todo para Oaxaca, donde habitaba y donde finalmente dejó su último aliento.

Aunque físicamente, el maestro no está, sigue presente en el legado que dejó a través de la decena de espacios culturales que fundó, acompañó e impulsó en Oaxaca, mismos que, aunque tuvieron que cerrar temporalmente sus puertas ante la pandemia de Covid-19, continúan operando a través de las redes sociales y plataformas digitales.

“El cambio más grande fue el cierre de los espacios para evitar la propagación del Covid-19. Aún así, rápidamente comprobamos que las instituciones que fundó el maestro Toledo no son solamente los espacios físicos donde están ubicados. Su fortaleza reside en las personas”, cuenta Daniel Brena, director del Centro de las Artes de San Agustín (CaSa), el primer espacio artístico y ecológico de Latinoamérica.

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Foto: Mario Arturo Martínez. EL UNIVERSAL

En entrevista con EL UNIVERSAL, Brena cuenta que todos aquellos que han pasado por los espacios creados por el maestro y quienes trabajan en ellos “tuvieron experiencias personales ligadas al artista y a las actividades que promueven estos espacios”, y por ello “trabajan todos los días para que otros puedan beneficiarse de todo lo que el maestro Toledo creó”.

A pesar de que los espacios se mudaron al plano virtual ante las circunstancias actuales, los responsables de espacios como el CaSa, el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) y el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo (CFMAB) coinciden en que la misión de ofrecer arte gratuito a quien quiera aprender de él, tal como Francisco Toledo lo ideó al abrir los espacios, sigue vigente.

A decir del director del Manuel Álvarez Bravo, Fausto Nahúm Pérez, la dinámica en general en los espacios culturales no ha cambiado, pese a la ausencia del benefactor zapoteca.

Explica que el ritmo de trabajo y actividades que se tenían programadas, así como la visión de contribuir y abrir el centro a diferentes actividades relacionadas con la fotografía se mantiene con las mismas guías que él dictó en vida, sólo intentando adaptarse a las circunstancias actuales.

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Foto: Mario Arturo Martínez. EL UNIVERSAL

“Hay un gran respeto y admiración hacia el maestro, a toda la labor que realizó, los que trabajamos con él de alguna manera buscamos que los espacios a los que tanto dedicó sigan brindando el arte a más personas”, agrega al respecto Hazam Jara, director del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca.

Otra cosa en la que están de acuerdo es que en estos 12 meses la ausencia de Toledo se ha sentido en los espacios donde su presencia era un aliciente para los artistas en formación, tanto como para aquellos que trazaron su camino con el maestro como ejemplo de disciplina y lucha, como para aquellos que, aunque no llegaron a conocerlo personalmente, se beneficiaron de su energía creativa.

Es por eso que están convencidos que ellos son responsables de mantener su legado con vida. “Todo esto que él creó no puede depender solamente de que él esté o no esté, es responsabilidad de todos lo que estamos relacionados a lo que él dejó, a la escuela que dejó”, señaló por ejemplo Ernesto Alo Franco, uno de los talleristas de la quinta generación de la Escuela de Grabado Menos Tóxico, proyecto impulsado por Toledo.

Otros de los espacios creados por el pintor en Oaxaca incluyen a la Casa de Cultura de Juchitán, el Taller Arte Papel Oaxaca, la Biblioteca para invidentes Jorge Luis Borges, el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO), el entonces cine club El Pochote, el Jardín Etnobotánico dentro del centro cultural de Santo Domingo, la fonoteca Eduardo Mata, y la biblioteca Francisco de Burgoa.

El trabajo no para

Desde el primer día que el mundo despertó sin Francisco Toledo, ni las aulas ni sus espacios creados para acercar a los oaxaqueños a las artes cerraron.

A un año de distancia, las ofertas culturales que el maestro inició, tales como concursos de literatura en lenguas originarias, tareas de preservación lingüística, cursos y clínicas, se siguen programando como cuando él supervisaba que la cultura se siguiera alimentando con visiones nuevas y tradicionales, así lo sostienen sus colaboradores, quienes reconocen y agradecen sus enseñanzas.

“El maestro Toledo dejó grandes espacios que acercan a las personas al arte. Pero también dejó lugares extraordinarios para trabajar, en los que son más importantes las ideas que se desarrollan que cualquier protagonismo individual. Son extremadamente raros los lugares de trabajo así”, señala Daniel Brena, responsable del CaSa.

Ejemplo de ello es que el pasado 3 de septiembre se anunció el Concurso de Fotografía de la Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán, convocatoria que emite el CaSa, la Fundación para la Reserva de la Biósfera Cuicatlán, A.C, y la asociación civil Amigos del IAGO y del CFMAB.

Esta iniciativa surgió en 2018 por iniciativa de Francisco Toledo y es una de las últimas que planeó en vida.

Aunque su familia, amigos, alumnos y espacios culturales han tomado el tiempo transcurrido como herramienta para superar su ausencia, el maestro, afirman, tenía una presencia entrañable que nunca ha abandonado los espacios.

“Este año ha sido difícil porque se le extraña visitando el IAGO, verlo en la biblioteca releyendo libros y descubriendo nuevos títulos, verlo llegar con material para nuevos proyectos y nuevas cosas para diseñar. Siempre hará falta su presencia, pero seguimos trabajando con su familia que también se han preocupado por los espacios”, acota al respecto Hazam Jara.

A un año de su partida, y aunque la pandemia ha silenciado los espacios por donde caminaba y sorprendía con su inesperada presencia, Francisco Toledo sigue habitando en la memoria y corazón de quienes compartieron con él, aseguran, con la certeza de que el espíritu creativo del “oaxaqueño universal” no se apagará en la memoria. 

“A pesar de tener una visión extremadamente consistente y clara a través de los años, no era posible predecir sus próximos proyectos que siempre eran sorprendentes, creativos y llenos de su idiosincrasia”, dice Daniel Brena, agregando que era emocionante y una aventura constante compartir algún proyecto con él.

“Frecuentemente me pregunto cuál habría sido su reacción a este periodo que vive el mundo, pero sé que nunca le pegaría a la respuesta”, finaliza.

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