Desde hace años, Carlos Alberto Morales, activista y representante de la asociación civil Colmillo Blanco habita en el Barrio del Peñasco, a 4.15 kilómetros del centro de la ciudad, donde realiza campañas de esterilización de animales domésticos y de concienciación sobre el cuidado de las áreas naturales protegidas en la capital del estado, como el Cerro del Fortín y el Cerro del Crestón.
Situaciones similares se viven en otros barrios tradicionales como Jalatlaco y Xochimilco, donde predominan los negocios y hoteles, y cada vez hay menos viviendas. “Además, no hay esa conciencia de tratar de mantener esa parte original de la ciudad. Nosotros hemos intentado motivar a los vecinos a preservar nuestras tradiciones pero, la mayoría ya se ha ido”, recalca el ambientalista.
Agrega que este fenómeno conlleva la expulsión de los sobrevivientes urbanos, descendientes de los residentes que originalmente se quedaron atrás en la carrera de las familias más acomodadas hacia los suburbios y que habían logrado permanecer aprovechando el bajo costo de la vivienda y las oportunidades generadoras de ingresos típicas de los vecindarios densamente construidos: puestos de periódicos, tiendas de conveniencia, pequeñas librerías, pequeños cafés y restaurantes, tiendas especializadas, talleres de reparaciones, pequeñas tiendas de descuento, etc.; es decir, las mismas características pintorescas que contribuyen a hacer atractivas a las ciudades y que, por cierto, hacen que las calles sean elementos urbanos disfrutables.
Sin embargo, para el resto de la población que poco a poco va habitando la periferia, es más caro acceder a los servicios que se ubican en el centro de una urbe, pues son creados, en su mayoría para quienes tienen mayor poder adquisitivo.
Carlos grega que la ciudad no tuvo una planeación para un crecimiento poblacional como el actual, por ello hay calles en mal estado. “El desarrollo de los servicios municipales ha tenido muy poco avance, lo que ha generado inseguridad, pero es algo que trae consigo el crecimiento demográfico que está acabando, incluso, con las áreas naturales, pues las familias se asientan en los cerros”, comenta.
Precisamente las áreas naturales que se ubican en la ciudad son otra de las caras de la escasez, pues están padeciendo de sed, lo mismo que agricultores que se dedican a la siembra en los municipios conurbados, quienes han tenido que abandonar sus actividades en el campo.
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El ambientalista sostiene que los funcionarios no conocen el tema y además convocan a foros, pero no recurren a expertos que puedan abonar con sus conocimientos a construir un plan que solucione la escasez de agua. Ante ello, advierte que la crisis del agua en algunos años va a detonar en un problema social y de seguridad muy fuerte.
En los últimos meses, por ejemplo, las familias han tenido que comprar pipas y otros están normalizando el problema, adecuando sus necesidades un suministro que tarda más de un mes en llegar a sus hogares.
Aldeco Pinelo señala que, en el Centro, Reforma, San Felipe, donde el nivel de ingresos es más alto que el del promedio, se está empoderando a grupos sociales, pues la adquisición de pipas de agua, propicia que sindicatos y grupos se apropien del servicio de agua potable.
“Es lo mismo que sucedió con la basura, los negocios de los piperos están creciendo, nunca se habían visto tantas pipas, estos grupos van a tomar el control de los servicios creando inseguridad y protestas”, sostiene.
Mientras tanto, los gobiernos municipal y estatal han anunciado programas en los que se regalarán 5 mil tinacos tinacos y pipas de agua, para intentar contener la crisis;, no obstante, el presidente de COAO reitera que estas medidas no son apropiadas, pues son soluciones momentáneas y si no hay agua en los pozos, es imposible, a largo plazo, continuar abasteciendo el agua.
Por ejemplo, dice, las pipas trasladan 12 mil litros de agua que se distribuye a mil litros por domicilio; en una cuadra, el agua está agotada. “Ésta no es una forma sustentable, ni sostenible que funcione a largo plazo, sino es una medida para maquillar el problema”, sostiene.
Hace cinco años, recuerda, se hicieron tanques con recursos estatales, pero si no hay agua, con qué los van a llenar, cuestiona.
Durante las protestas que han realizado vecinos de las zonas afectadas, personal de Soapa asegura que el servicio se regularizará pronto, pues los pozos están en mantenimiento, no obstante, el ambientalista indica que los pozos están vacíos.
Reportes de Conagua notifican que México vive una crisis hídrica que afecta al 61.5% de la población; en el país, mil 613 municipios registran sequías severas, sin embargo, hasta este momento, ninguno de los municipios de Oaxaca se encuentra en un indicador de gravedad.
De acuerdo con el indicador, Oaxaca está en color amarillo del semáforo, es decir en un punto medio. “Este color del semáforo indica que el recurso probablemente sí lo tenemos en los mantos freáticos pero no todos tienen acceso a ese líquido”, afirma el ambientalista.
Asimismo, añade que el problema es a nivel nacional pero va a seguir avanzando, pues no va a llover con regularidad. La otra situación, precisa, es que hay sobre explotación de agua en terrenos particulares, que irregularmente tienen pozos profundos, que pertenecen a los piperos que no cumplen con las medidas para regular se uso.
En zonas como San Felipe, autoridades crean represas en los manantiales para retener el agua, conectan un tubo y lo trasladan a hoteles, secando arroyos, ocasionando sequía y crisis en el campo, que trae como consecuencia el aumento en el precio de los alimentos, según denuncia el ambientalista.