El pueblo ikoots donde se “paga” por apellidos ilustres
Algunos nombres de personajes ilustres, como Alba Edison y Gutenberg, suenan en en esta comunidad

Además de ser los más conservadores entre los ikoots, en cuanto a la preservación del ombeayiüts, su lengua, así como de sus rituales, los habitantes de este pueblo del Mar tienen otra peculiaridad: comparten apellidos de inventores, emperadores y virreyes; así como linajes de casas españolas e italianas, convirtiéndolos en una de las comunidades más peculiares del Istmo.
Es común que los habitantes de esta franja de tierra que se arropa con las aguas del océano Pacífico y la laguna Superior lleven los apellidos de generales o caballeros, pero principalmente de inventores estadounidenses y alemanes, como Thomas Alva Edison y Johannes Gutenberg, o del virrey José Iturrigaray y de otras cunas españolas, como Irrizari, Larrinzar, Olavarri o linajes italianos, como Fiallo y Michilino.
También son normales los apellidos que llevan el nombre del emperador azteca Moctezuma o el último rey zapoteca, Cocicopi, o de héroes militares como, Zaragoza y Llave. Algunos apellidos españoles que se extinguen son Mauleon, que tienen origen con caballeros de Valencia; Olloki, cuya raíz se centra en el linaje real de Navarra.
En contraste, apellidos tan comunes en México, como López, Sánchez, Martínez y Jiménez no existen entre los nativos de San Mateo del Mar, quienes los portan son avecindados que llegaron después a poblar esta tierra que se extiende alargada entre dos mares.
José Alfredo Burgoa Olivarri, director del preescolar Vicente Guerrero de San Mateo, recuerda que se enteró que el Burgoa más célebre fue el fraile dominico Francisco de Burgoa, estudioso de la Cultura Zapoteca en la Colonia, así que al saberlo se impresionó y compartió la información con su padre que desconocía el origen.
Como él, muchos de los habitantes no tienen idea de cómo obtuvieron los apellidos célebres y rimbombantes que portan. Otros, como el profesor José Alfredo, repite lo que escuchó entre ancianos.
Un misterio
“No se tiene una versión real de cómo llegamos a tener estos apellidos muy españoles y hasta de celebridades como Gutenberg, Edison, Negrete, como el cantante Jorge Negrete o Infante. Lo que se cuenta, sin saber si es verdad, es que antes eran los curas los que ponían los apellidos”, comenta.
El educador abunda que cuando los niños nacían, los padres se los llevaban a los sacerdotes, quienes no sólo les asignaban los nombres en función de lo que indicaba el santoral del calendario, sino que también les elegían el apellido.
Otra versión para explicar tantos apellidos “ilustres” en una franja tan pequeña de tierra es menos alagadora. Aunque tampoco está confirmado, es muy común escuchar entre los habitantes que los lugareños comenzaron a comprar apellidos “notables” a un juez del registro civil en algún momento de la historia: mientras más inusual o raro, más caro.
“A mí me contaron, pero no se sabe si es real, que empezaron a comprar los apellidos, mientras más raro más caro. Los apellidos que son nombres, como Franco o Pascual, eran los más baratos en adquirir”, comenta la poeta ikoots Lesvia Esesarte Baoles.
Agrega que también se sabe que algunas personas se cambiaron los apellidos, como el Cisijopi, por otros más comunes, como el Gutiérrez, pero confiesa que “los habitantes no tenemos una información real de los apellidos”.
Un misterio. El historiador y lingüista Víctor Cata explica que San Mateo del Mar es el único pueblo de Istmo de Tehuantepec que tiene esos apellidos célebres, pero que, desafortunadamente, no se tiene un trabajo de investigación en el que se explique el origen de esa práctica.
Aun así, dice que los apellidos de abolengo daban poder y estatus en la Colonia y, al ser San Mateo un pueblo conservador, optaron por llevar nombres castellanizados que no fueran comunes.
“No existen muchos datos sobre los apellidos, pero por ejemplo, Don Juan Cortés, el último señor de Tehuantepec, su nombre en zapoteco era Lachi [Lagartija] y su esposa era una señora huave [ikoots] que los zapotecas llamaron Biusi Cashi [Garza preciosa]. Ella tenía seguramente un nombre en su lengua que estaba relacionado a la garza, animal de acuático, pues los huaves son hombres del Mar”.
Agrega que, en algún momento, al castellanizar sus nombres, tomaron estos apellidos no comunes, y conincide que lo más probable es que haya sucedido “junto con el bautizo o evangelización de los frailes”.