Se agotan recursos en albergue de migrantes
Con el arribo masivo de centroamericanos, tras el levantamiento de restricciones para subir a La Bestia, escasean víveres en refugio de Solalinde
Fundado hace 12 años, el albergue Hermanos en el Camino enfrenta severos problemas económicos para atender el constante flujo de migrantes centroamericanos que ven ese espacio como un oasis en su ruta hacia Estados Unidos.
Antes de la primera oleada migratoria de octubre del año pasado, el albergue recibía a unos 200 o 300 migrantes por día. Llegaban caminando por senderos peligrosos porque se mantenía la restricción para montarse en el lomo de La Bestia. Ahora, sin prohibiciones, llegan al albergue unas 700 u 800 personas cada tercer día.
Pese a la precariedad económica, el albergue seguirá ayudando a los centroamericanos, aseguró su fundador, el sacerdote Alejandro Solalinde Guerra: “Cuando Dios se apague, entonces cerraremos el albergue, pero eso nunca sucederá. Mientras tanto, con penurias y todos los problemas, el albergue seguirá trabajando con fe”, dijo
Ahora, los gastos del albergue se han duplicado o triplicado en la compra de alimentos. “Por fortuna, hay donantes generosos que nos regalan frutas y verduras, frijoles, galletas, aceites y arroz. Una empresa de Guadalajara, Jalisco, nos regaló un tráiler de electrolitos”, añadió Solalinde Guerra quien calculó que, entre el pago de impuestos y mantenimiento, el albergue tiene un gasto mensual de 30 mil pesos.
Sin garitas en el Istmo
Desde que centroamericanos le prendieron fuego a la estación migratoria de San Pedro Tapanatepec, la noche del 11 de mayo, la región del Istmo se quedó sin vigilancia fija por parte del Instituto Nacional de Migración (INM). La estación migratoria tiene daños por unos 3 millones y medio de pesos, y la Fiscalía General de la República (FGR) vinculó a proceso a cuatro hondureños.
La garita de La Ventosa tampoco funciona desde hace meses. Estaba en remodelación antes del terremoto del 7 de septiembre de 2017, después el INM suspendió la obra y actualmente no está en condiciones.
Los agentes migratorios sólo realizan operativos móviles, sobre todo en la ruta de la carretera Transístmica desde La Ventosa hasta la zona norte del Istmo.
Con poca vigilancia, el flujo de migrantes es incesante tanto en La Bestia, procedente de Arriaga, Chiapas, como por vehículos y autobuses que circulan por la carretera Panamericana. El objetivo de los centroamericanos es la estación ferroviaria de Ciudad Ixtepec, donde esperan el paso del ferrocarril que sale del puerto de Salina Cruz con destino a Medias Aguas, Veracruz.
En lo que llega el tren transístmico de carga, gran parte de los migrantes acuden al albergue en busca de alimentos, atención médica y para descansar. Por ahora, los agentes migratorios que laboraban en las garitas de La Ventosa y San Pedro Tapanatepec fueron enviados a otros puntos de la entidad y nadie sabe cuándo volverán a abrir esas estaciones migratorias.
Donó su pensión
En medio de las vicisitudes que enfrenta desde que fundó el albergue, en febrero de 2007, el sacerdote Solalinde Guerra tiene la satisfacción de darle cobijo a los migrantes, que le ha valido recibir reconocimientos como el Premio Nacional de Derechos Humanos 2012. Sin embargo, aseguró que lleva una vida precaria.
“Viajo a varios países y, quizá, la gente piense que tengo mucho dinero. No es así. Cuando me invitan de algún país, ellos cubren los gastos del viaje, del hospedaje y de la alimentación. Yo no cobro por las conferencias, como lo hacen otros. No cobro porque soy un misionero”, refirió.
Solalinde Guerra reveló que mensualmente su familia le envía 15 mil pesos; ese dinero, añadió, sirve para pagar los honorarios de sus dos asistentes. Cada uno cobra 6 mil pesos y el resto sirve para apoyar los estudios superiores de otra persona.
El sacerdote confesó que durante 40 años se pagó sus propias cuotas en el IMSS. Fue pensionado con 4 mil pesos mensuales: “Pedí que ese dinero se le diera a uno de los sacerdotes más pobres de la diócesis de Tehuantepec. No tengo idea a quién le dan mi pensión”, señaló.
Además, agradeció a unos donantes anónimos de Holanda, que en marzo pasado le enviaron 4 mil 300 euros, y a católicos de Filadelfia, que le enviaron 800 dólares para mantener el albergue que seguirá al servicio de los migrantes.
“Vamos a seguir trabajando a favor de los migrantes, sobre todo ahora que parece que el Instituto Nacional de Migración está cediendo a las presiones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con el establecimiento de retenes desde la frontera sur”, aseveró Solalinde Guerra.