Los ikoots enfrentan pandemia sin agua ni doctores

Pobladores cuentan con poca información en su lengua, no tienen acceso a agua potable y ni siquiera existe atención médica

Fotos: Roselia Chaca, EL UNIVERSAL
Municipios 05/04/2020 06:00 San Mateo del Mar Actualizada 10:14

Es normal que en esta comunidad la gente no transite por las calles durante el día, salvo algunas mujeres que caminan  rumbo al mercado con sus huipiles de colores intensos, cargando palangana a rebosar con los  productos del mar  cubiertos por una servilleta. 

La mayoría de los habitantes de esta comunidad ikoots (huave)  se resguardan en sus casas del terrible calor que rebota  en las contadas calles de cemento y es tan insoportable que los pescadores deben esconderse al  volver,  tras una larga jornada en el mar.

A diferencia de otras   comunidades   del Istmo de Tehuantepec, los ikoots son más reservados en su convivencia. El mercado, espacio controlado  en su totalidad  por mujeres, es muy silencioso en comparación con  los espacios habitados por los comerciantes  zapotecas, donde reina el  bullicio.

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Desde hace 25 años, este pueblo padece el desabasto del agua potable

Así que encontrar las calles vacías en esta comunidad de pescadores no es por miedo a la pandemia que mantiene en vilo al mundo. La tranquilidad  y el resguardo en las casas no es  consecuencia de la contingencia  por el Covid-19, sino que  es una costumbre.

En medio de esa tranquilidad, la vida transcurre  normal para los habitantes de este pueblo del mar asentado  en una delgada franja de tierra que divide las aguas del Océano Pacífico de las de la   Laguna Superior, un brazo de mar prisionero en tierra firme que convierte a San Mateo en una delgada península, compartida con municipios de la misma  etnia.  

A diferencia de su pueblo hermano, San Dionisio del Mar, que prohibió el acceso a la comunidad mediante la instalación de filtros sanitarios, la entrada a San Mateo del Mar  no está cerrada, así que al  pueblo entran y salen las camionetas del transporte público atiborradas  con personas abordo. 

También lo hacen los camiones repartidores de productos básicos. Las cantinas y las tiendas continúan brindando servicio. Paradójicamente,  lo único que no está abierto es el Centro de Salud, por un conflicto político.


Sin autoridad ni información...

La división interna que mantiene cerrado el único espacio para atender a los pobladores con el que cuenta la comunidad se arrastra desde hace meses, pero escaló en octubre pasado, cuando se realizó la elección de las autoridades municipales bajo el Sistema Normativo Indígena (Usos y Costumbres). Aquel domingo 13 de octubre, las elecciones se cancelaron en tres secciones  de la cabecera municipal e, incluso, se quemaron casillas y boletas. 

Pese al conato de violencia, el Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca (IEPPCO) decicidió declarar legalmente válida la elección, reconoció el triunfo de Bernardino Ponce Hinojosa y lo nombró edil de San Mateo. En respuesta, los habitantes de la cabecera municipal lo desconocieron y, desde entonces, despacha fuera del pueblo. 

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La información de la pandemia  no ha logrado llegar a oídos de los habitantes de San Mateo.

Ante la ausencia de  autoridad, la información de la pandemia  que ha dejado más de un millón de contagiados y 60 mil muertos  en el mundo no ha logrado llegar a oídos de los habitantes de San Mateo, en parte porque  instancias de gobierno apenas este sábado  difundieron audios en  ombeayiüts, la lengua que se habla en la comunidad,  con  las recomendaciones para mitigar la propagación del virus. Mientras que el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali) hizo lo propio en su página web, el problema que  pocos hablantes tienen acceso a internet. 

Pero incluso para quien habla y domina el español, las recomendaciones como la Jormada Nacional  Sana Distancia y la campaña  #QuédateEnCasa llegan de forma  tardía, por lo que las festividades  religiosas católicas de Semana Santa  continúan sin cambio alguno e incluso, ya se han realizado como todos los años. Las restricciones sanitarias nadie las obedece.

Preocupados por dicha situación y, sobre todo, por la falta de información y  material con las medidas  preventiva contra el Covid-19 en lengua ombeayiüts, la organización comunitaria Monapaküy lanzó un spot traducido en las dos radios de San Mateo y comenzó a repartir folletos y a pegar carteles sobre las medidas preventivas contra el coronavirus en todas las agencias del municipio. 
También, colocó  una gran manta en su lengua madre frente al vacío palacio municipal que nadie ocupa.   


Sin centro de salud...

También por ese conflicto político, desde hace un mes, los seguidores de Ponce Hinojosa  cerraron el Centro de Salud de la comunidad con candado y se llevaron la llave de la única ambulancia  en el pueblo, como una forma de protestar contra su rechazo. 

Esteban Antillón, alcalde de esta localidad —un cargo tradicional  distinto al de un edil—, informó que ya se solicitó a la Jurisdicción Sanitaria Número 2 de los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO), con sede en el Istmo de Tehuantepec,  la urgente necesidad de abrir el Centro de Salud, sobre todo ante la contingencia por el coronavirus,  pues  ya se confirmó el primer caso positivo en la región y otros cuatro pacientes están en espera de los resultados de sus análisis, para descartar la sospecha del contagio.  

La gravedad de que ese espacio de salud esté cerrado en tiempos de una pandemia se debe a que para  recibir atención médica  de emergencia, los pobladores de San Mateo   tienen que realizar un viaje de carretera de más de una hora y trasladarse hasta el puerto de Salina Cruz, la ciudad  más cercana con servicios de tercer nivel.  

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Las festividades religiosas de Semana Santa se realizarán de forma normal en la comunidad.

Lo anterior, porque  aunque en el pueblo se cuenta con dos médicos particulares y una doctora que brinda consultas gratis en su casa los fines de semana, todos dejaron de ir  porque aseguraron que  no se contaba con   las condiciones para seguir prestando su servivio a los pobladores.

“Aquí requerimos que se abra el Centro de Salud, que nos envíen los médicos para atendernos; llevamos un mes sin doctores y sin atención”, dice con desesperación  Estebán Antillón, el anciano alcalde  ikoots. 


Sin agua potable...

Pero si se habla de carencias, las de San Mateo del Mar datan de hace más de  25 años, cuando  el sistema hidráulico de esta comunidad entre dos mares  se colapsó y el agua del pozo  que los abastecía, ubicado  en Huazantlan, dejó de llegarles. Desde entonces, no se cuenta con agua potable. 

Esa es la razón de que todas  las casas cuenten con un pozo que les permite mitigar la sed. La situación se complicó   después del terremoto que devastó al Istmo de Tehuantepec en   2017, pues la fuerza de la tierra reventó   las fosas sépticas de los baños, porque aquí tampoco existe el drenaje, y éstas  colapsaron, contaminado muchos de los pozos. Además, también por los sismos,  en algunas zonas el agua se empezó a salinizar.

Así que la mayoría de la población  utiliza el  agua de pozo sólo para lavar y  bañarse,  y la hierven para la comida, muy pocos la toman. Como ellos, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), calcula que en Oaxaca 2 milllones 384 mil personas no tienen acceso a los servicios básicos.

“Es una gran carencia la que tenemos, el agua. Agua potable ha sido siempre la petición a todos los gobiernos que pasan. Ahora, en esta contingencia que es vital la limpieza de manos, el agua del pozo es nuestra salvación”, comenta Roselia Gutiérrez, integrante de Monopaküy, el colectivo que acerca la información en su lengua a los habitantes.  


Sin  sustento...

Tres roncadores y dos mojarras fue la pesca del día del esposo de Valeria Ampurio, una tejedora de telar. El poco producto de una  jornada que comenzó a las tres de la tarde y concluyó a las seis de la mañana servirá para alimentar a su familia, mientras espera que la contingencia pase. 

Aunque, por su aislamiento, la pandemia del Covid-19 no quita el sueño a los habitantes de este pueblo del mar,  la producción de servilletas que elabora  Valeria se detuvo  ante la parálisis comercial en la región.

“Me dijeron que dejara de elaborar las servilletas que mi cuñada vende en un mercado de Ixtepec porque no hay dinero en estos momentos”. Para comer sólo tenemos lo que mi esposo pescó. Son tiempos malos en la laguna, sólo tenemos el mar para sobrevivir”, comenta la artesana a quien más que un virus mortal, lo que sí le preocupa es qué va a comer su familia. 

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Muchos habitantes sólo comen lo que pueden pescar, no hay ventas, y el sustento económico está en vilo.

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