Juchitán termina su duelo tras sismos
La Vela de los pescadores es la primera que se realiza tras el sismo, pues en 2018 fueron suspendidas por los daños y el luto de la ciudad
Germán tardó 18 años para cumplir la promesa que le hizo a la Pasión Guuzebenda por haberlo librado de la muerte cuando tenía 13 años, hoy, con 33 años, lo cumple siendo el mayordomo de la Vela dedicada a la Santa Cruz de los Pescadores, la primera festividad patronal que se celebra en Juchitán después de año y medio del terremoto que dejó 62 muertos en la ciudad y más de 15 mil damnificados.
Con esta celebración, los zapotecas de Juchitán levantaron de manera oficial el duelo que se autoimpusieron en respeto a los muertos y por no existir las condiciones económicas, ni los espacios religiosos ni sociales para celebrar durante todo el mes de mayo las festividades en honor a San Vicente Ferrer, santo patrono de la ciudad y cuya iglesia aún continúa en ruinas.
Una vela muy antigua
Germán Ramírez, su esposa Beatriz Santiago y su madre Francisca Martínez son los mayordomos este año de una de las pocas festividades con más de 150 años que se realiza en la era moderna entre los zapotecas de Juchitán, pues los investigadores consideran que la Vela Guuzebenda o Vela de los Pescadores tiene raíces prehispánicas, como casi todas las velas que se efectuaban en la región zapoteca.
Algunas ya desaparecieron, como el caso de la Vela Fragua que realizaban los orfebres, pero en realidad era una festividad dedicada al fuego; la Vela Biaza, la cual celebraba la resurrección zapoteca primavera y la natividad de la Virgen María. A la fecha pocas se mantienen, como la Vela Guela beñe (Vela del Lagarto) y Vela Guiigu dxita (Vela dedicada a la muerte).
Éstas festividades se llevaban a cabo como agradecimiento a las divinidades por la vida, la salud, las buenas cosechas y los buenos tiempos; también son dedicadas a un oficio o un clan familiar.
Las velas son fiestas nocturnas que se realizan debajo de un telón blanco y son el resultado del sincretismo religioso producto del encuentro de los pueblos mesoamericanos con España.
UNA FIESTA DEL MAR
En medio de la casa de Germán están tres cruces verdes cubiertas de flores de guiechachis, detrás de ellas hay un baúl con las velas y otro mueble de madera que guarda los ropajes de la iglesia y de las cruces. Germán se dirige a cada una de las cruces como “él”, como si fueran personas, porque para este joven abogado son seres divinos que tienen la forma física de cruces.
La más pequeña, la colocada a la izquierda, es la más antigua de las tres, pues tiene más de 150 años.
Germán recuerda que su abuela le contaba que esa cruz fue localizada a la orilla del mar de Santa Marta, hoy playa Vicente en la laguna Superior. Después se localizaron en distintos lugares de la playa las otras dos cruces.
A cada una de las cruces se les realiza su fiesta, la primera y más antigua es el 30 de abril, el día de la Vela Guuzebenda, la de en medio y más grande los pescadores la celebran en diciembre con una peregrinación a la orilla del mar, donde se le venera por dos días. Y la tercera, menos antigua, se le festeja el Domingo de Pascua, pero las tres cruces hacen la Pasión de la Santa Cruz de los Pescadores.
Germán se anotó con la Sociedad de la Vela de los pescadores hace 18 años para realizar la fiesta de la Santa Cruz, le tocaba realizarla en 2018, pero debido al terremoto todas las fiestas se suspendieron y tuvo que esperar hasta este 2019 para cumplir con su promesa.
La Vela de Los Pescadores es de las pocas festividades que aún se realizan por promesas de los fieles, para pagar algún favor o milagro que la divinidad les hizo.
“La Vela de los Pescadores ya tiene mayordomo hasta el 2037. Los pescadores anotan a sus hijas cuando tienen un año de edad para que sean reinas de las festividades exactamente cuando tengan entre 15 y 18 años. Así de fieles son los hombres del mar con la Santa Cruz, porque es milagrosa y confían ciegamente”, comenta el joven mayordomo que vive en el Callejón de Los Pescadores.
La Vela de los Pescadores es una fiesta dedicada al mar para invocar buena cosecha de productos marítimos, es una celebración a la naturaleza.
No es gratuito que la iglesia de la Santa Cruz esté ubicada exactamente en el camino que va al mar. Ahí, los pescadores antes de partir con sus lanchas se persignan ante las cruces y piden protección para que los malos vientos no los pierda y regresen con vida con los suyos.