Hasta el parque Benito Juárez, en el centro de la ciudad, acudió el centenar de personas a dejar el artefacto que les permite desplazarse en libertad.

Como Jonás, de 62 años, otras 102 personas acudieron por una reparación de su silla de ruedas. La mayoría de ellas, 61, son pacientes diabéticos de entre 50 y 70 años que por complicaciones de su enfermedad ahora la necesitan para poder desplazarse.
La directora del programa, Magdalena Solano Hernández, señala que durante su estancia percibieron que la diabetes se ha convertido en una “crítica situación” entre la población de escasos recursos económicos.
La representante de Alem indica que en menor medida se repararon sillas de personas que por accidentes o por otras enfermedades perdieron la habilidad de las piernas para caminar.

Solano Hernández explica que frente a la necesidad de una silla de ruedas para un integrante de la familia, las opciones son acceder a un auxiliar de baja calidad o de medio uso, lo que a largo plazo genera otros malestares físicos para el usuario.
“Por eso damos el mejor esfuerzo, para que al menos la silla les sirva otro año en buenas condiciones”, expresa.
En el taller casi todo tiene solución gracias a una docena de personas en sillas de ruedas que trabajan arduamente para brindar alivio a quienes lo necesitan.

El lugar se convirtió en un gran taller al aire libre, donde entre música, pláticas y risas las sillas recuperaban su utilidad. No sólo a bajo costo, sino con un trato digno de los trabajadores.
En el caso de Jonás, por ejemplo, su rostro apagado por la enfermedad, se iluminó con una sonrisa al escuchar que su silla tenía solución, a pesar que apenas podía rodar. La vida útil del equipo parecía acabada, pues antes de él alguien más la había ocupado.
De acuerdo con los integrantes de Alem, en Tuxtepec existe una buena respuesta de la población para “apadrinar” la reparación de sillas mediante donaciones, lo que permitió rehabilitar 130 equipos en 2017 y 102 en la jornada de este año.