Su primer acercamiento con el arte fue a los 11 años, cuando se unió a grupos dedicados al grafiti. “Me gustaron el trazo y el color, de ahí me fui interesando por la pintura y el anime”, dice. Desde entonces, él se ha consolidado como un artista autodidacta.
A su corta edad ha logrado crear una distinción en sus pinturas con paletas de colores mate, logradas por el uso elementos naturales y orgánicos como la mica, minerales, hierro, carbón, ceniza y la tierra multicolor que hay en las comunidades de Oaxaca.
Con el óleo como base, otorga a su obra vitalidad, como si también fueran elementos vivos. En ella también destacan personajes como demonios o monstruos, algunos satirizados.
“Mi interés sobre eso [de las pinturas sobre cuadros] se fue hacia las tierras. En la cerámica utilizan minerales puros y busqué cómo llevarlo hacia los cuadros... la base siempre es óleo, pero el acabado es más orgánico: uso carbón, ceniza, hierro rojo, mica y minerales traídos por mí.
“Me voy al campo, ahí descubrí la mica, que es una cosa muy chida, y todo eso le agregamos a la obra. Lo hace más orgánico para obtener colores mate. Una cosa es representar el mensaje y la otra es la técnica”, apunta.
Siempre leía la Biblia, y le gustaba, recalca. Ahí fue donde descubrió la historia del antagonista de Dios, Satanás y el eterno dilema moral sobre el bien y el mal.
También leía libros religiosos donde aparecían demonios que le parecían algo surreal, con lo que le “explotaba la cabeza” por la manera en que representaban estos personajes, siempre “satanizados” y con una energía negativa.
Sus pensamientos, cuenta, debía reprimirlos porque no podía hablarlos con los adultos y mucho menos con sus padres. Fue el dibujo lo que le dio esa oportunidad, la ocasión de decir lo que quería expresar de forma visual.
“Para mí los demonios son una cosa muy pura; que sí, como tal incitan algo, pero si lo ves desde el punto de vista religioso, al final la persona es la que decide realizarlo. Es hacerlos ver como algo más neutro, y por eso la inclinación hacia lo malo, lo bueno.
“En mi obra siempre van a encontrar la dualidad... y ciertos demonios que existieron en algunas culturas. Como personas los creamos y les dimos una carga negativa, y reflejarlo es lo más padre”, reconoce el joven artista.
Por eso, finaliza, algunos de sus personajes, demonios o monstruos, tienen un carácter melancólico: sufren la percepción negativa de los hombres que los crearon.