“El agua entró de trancazo y en algunas casas brotaba debajo de la tierra, como veneros”, relató Narciso Aquino, un campesino de 46 años cuyo hogar se inundó tras el desbordamiento del río Atoyac.
Su casa, dijo, está sobre un hueco y por eso el agua salía por debajo de su vivienda, los cuales tiene señalados con palos; además, del agua que ingresaba por las puertas.
En la segunda inundación, detalló, se tuvo que evacuar al 80 por ciento de la población y llevarlos al albergue habilitado en la telesecundaria del municipio y en las instalaciones de San Pablo Huixtepec, una comunidad vecina.
Una mujer de 54 años de edad murió ayer porque se le complicó una neumonía y no pudo ser evacuada a tiempo, para recibir atención médica.
“Todas las casas, en un 95 por ciento se inundaron. Sedesol y el DIF no están apoyando para instalar una cocina, porque por indicaciones del doctor las casas no están en condiciones para estar preparando comida. Ahorita el trabajo es restablecer las viviendas”, relató.
La casa de Miguel Trinidad continúa inundada, no tiene agua potable, ni un sanitario, se afectaron cinco de sus cuartos, se le murieron sus animales de granja y hasta el momento, pese a su esfuerzo, retirar el agua aún estancada en su vivienda.
Su familia, al igual que al de Narciso Aquino, se encuentran aún en el albergue de San Pablo Huixtepec porque sus hogares son inhabitables y prevalece el riesgo de otra inundación, porque continúan las lluvias y el nivel del río "Atoyac" aún es alto. Sus viviendas, como muchas otras están a menos de 20 metros del cauce.
Las viviendas de Santa Inés Yatzeche están protegidas con costales de arena en las puertas de acceso a sus hogares; el agua de la inundación ya descendió en su totalidad, pero el temor prevalece.