Yaret defendió su derecho a estar en la fiesta de su pueblo, la gente la apoyó y obligó a los guardias a retirarse, los organizadores amenazaron con reforzar más la seguridad el próximo año. Las mujeres vestidas de hombres no podrán entrar, amenazaron.
Éste es el segundo colectivo que se organiza desde Juchitán con jóvenes de entre 20 y 28 años.
Yaret pone de ejemplo el ataque que sufrió en la Vela el pasado 25 de mayo para explicar que las nguiu visibles son más discriminadas por la sociedad zapoteca que las muxes, porque no tienen una historia de lucha como lo tienen las muxes, de más de 30 años, ellas apenas comienzan, a lo mucho llevan seis años peleando por sus derechos. Siguen ocultas y sin espacios; aún viven con miedo.
“La situación sigue siendo la misma, no hay cambios, ni avances. Las muxes tienen más privilegios, además de su lucha que se reconoce, también por tener el estatus en la sociedad por ser varones, en cambio las nguiu no: “Son triplemente discriminadas al ser mujeres, lesbianas e indígenas”, argumenta la activista zapoteca.
Para esta joven lesbiana, a pesar de que las nguiu ganan en porcentaje a las muxes de vivir en pareja, están ocultas, viven en privado todo y han tenido que normalizar esa invisibilización.
Pero las nuevas generaciones de lesbianas zapotecas, como Yaret, no están conformes con esa pasividad y por eso se organizan en colectivos para participar en festivales, talleres sobre derechos humanos, círculos de lectura, círculos de encuentros sociales que ayudan a la sensibilización del tema y la visibilización, pero este movimiento apenas comienza.
En otras circunstacias, los insultos sexuales y denigrantes no cesan de parte de los policías municipales hacia Yesenia y su novia. Las detuvieron y treparon en la batea de la patrulla municipal, después de que las vieron besarse en pleno parque de la ciudad de Juchitán, era el año 2014.
Yesenia Esteban Valdivieso no lo podía creer, una semana antes había capacitado a los elementos policiacos sobre el manejo y trato humano a los integrantes de la comunidad LGTBTT de la ciudad, pues ella pertenecía a la Dirección de Políticas Públicas y Diversidad Sexual del Ayuntamiento. Fue tanta su indignación que intentó denunciar al municipio ante la Defensoría de Derechos Humanos, pero la dependencia municipal la persuadió de no hacerlo.
Yesenia, una estilista profesional, recuerda lejano el incidente pero no lo olvida, entendió que, después de la familia, los cuerpos policiacos son los segundos en discriminar a las lesbianas y a las muxes.
Con los años se unió a una red de mujeres lesbianas que brindan protección, red que replicó en la región, desde donde se han salvado por lo menos 30 chicas de agresiones de sus parejas y familia.
Durante sus años de activismo, recuerda que el mayor obstáculo que se ha enfrentado es a la palabra “lesbiana”.
“Aunque ellas saben que lo son, las zapotecas se asustan de la palabra, es muy agresivo para ellas, se ofenden. Es algo muy difícil de entender. En el activismo he aprendido que estoy sola, porque a la mera hora ellas se asustan en dar la cara. Falta mucho por trabajar y visibilizar”, comenta mientras posa con su pareja para la fotografía.