De los tres albergues restantes, uno es administrado por la Secretaría de Salud (SS) del gobierno federal y los otros dos son coordinados por los propios damnificados que organizan la cocina, la limpieza y la seguridad noctura.
“Se robaron casas de campañas, colchonetas, cobertores, cables de electricidad y hasta los focos”, acusaron algunos vecinos.
¿Por qué levantan los albergues sin avisarnos?, ¿nos quieren dejar abandonados a nuestra suerte?, pregunta Pedro Carrasco Martínez, uno de los coordinadores del albergue de Cheguigo, de donde se retiró la Marina.
En dicho albergue, ubicado frente al panteón Miércoles Santo, sólo quedan unas 10 familias que esperan la demolición de sus casas. Durante dos meses, unas 300 personas lo habitaron. “Se fueron sin decir adiós y ahora nos sentimos inseguros, sobre todo por las noches”, expresó el coordinador.
Luz de Luna Sánchez Gómez despertó la mañana del lunes con “la novedad de que los soldados se retiraron” del albergue instalado en el estacionamiento del Instituto Tecnológico del Istmo bajo la gestión de la Sedena; ahí se resguardaban unas mil personas. Se llevaron el tráiler habilitado como cocina; el personal médico del programa “Prospera” también se retiró y sólo dejó una unidad móvil cerrada y una casa de campaña.
Por ahora, ahí viven unas 150 personas en casas de campaña, mismas que están en espera de la demolición de lo que fue su vivienda. Ante la ausencia de la cocina, los damnificados reciben cada tercer día una despensa para que ellos preparen sus alimentos.
También, el albergue instalado frente a la iglesia de Los Pescadores de la Séptima Sección, donde vivieron unas mil personas, fue el primero en cerrar tras la llegada de los fuertes vientos que levantaron lonas y casas de campaña; nadie volvió a reinstalarlo.
En la Octava Sección, en Cheguigo, a un costado de la carretera a Xadani, la Marina abrió un albergue más; sin embargo, tuvo menos de 200 damnificados y ya fue desmantelado.
Las personas que abandonaron los albergues desmantelados “se fueron a vivir a los patios de sus familiares o buscaron cobijo en otros campamentos ubicados en las colonias populares”, dice la presidenta municipal, Gloria Sánchez López, quien afirma que no se le notificó que serían desmontados.