Cuatro kilómetros transitan con devoción hasta llegar a la sencilla capilla del santo, no van solos, van acompañados por carretas con bueyes adornados de olorosos sauces y jóvenes engalanadas que regalan trastos y dulces a quienes observan y también acompañan.
Saúl López Guerra y Jazmín López Jiménez esperaron pacientes hasta que les tocó ser mayordomos de las festividades del santo. Ellos no tienen un milagro personal que contar, aunque se sabe de muchos; sólo los movió la fe que heredaron de sus padres y abuelos, una fe que hace mover a más de 15 mil personas de los estados de Veracruz, Chiapas, Tabasco y hasta del Estado de México.
“La fe la heredé de mis padres, de mis abuelos, mi familia, nos mueve la fe. Todas las mañana al despertar pido al Cristo salud para mi casa, él es nuestra guía. En este pueblo todos lo veneramos en este santuario del mar”, comentó satisfecho Saúl.
Después del peregrinar, los visitantes reciben de forma gratuita comida, caldo de pescado, de parte de los mayordomos de la festividad; también disfrutan de la música y de los puestos de comida, dulces y cervezas hasta que cae la noche. Muchos, sobre todo las ancianas, se meten a bañar o a rociarse con el agua de mar en un ritual de sanación.
“Dependiendo del milagro, la cantidad de los peces. Los pescadores nos donan toda la pesca del día , esa ayuda nos permite dar de comer a miles de peregrinos que vienen a los pies del Cristo Negro. Es una comida de hermandad, es una fiestas entre hermanos”, explica el mayordo.
El alcalde, Óscar Guerra informó que su administración dispuso de cuadrillas de trabajadores para la limpieza de la zona y todo el camino , desde la población hasta la capilla.
Además, se ha programado la presencia de la policía estatal para la vigilancia y reforzar la seguridad en días previos y hasta después de las fiestas del Cristo Negro.
Asimismo, se acordó con los cuerpos de emergencia del municipio establecer un módulo a orillas del mar para brindar atención.