Los potreros se ven secos. Las vacas hurgan entre la tierra muerte en busca de algo para comer; no tienen suerte. Aquí, en esta región, el calor asfixia y golpea.
Este mes de mayo se vive la etapa más crítica de la sequía. Las temperaturas alcanzan más de 40 grados y el calor calcina cualquier posibilidad de alimentar al ganado.
“Es necesario que las autoridades nos apoyen con las pacas de alimentos, porque ya no hay pasto”, explica López Guerra.
Por la falta de lluvias se agotó el pasto y el ganado, desnutrido, cae al suelo y ya no se levanta. Ahí muere, comenta el dirigente de la Ugrit, a quien ya se le murieron varios ejemplares bovinos.
Las altas temperaturas en esta región también son responsables de varios incendios forestales. Uno de ellos se registró en el territorio de San Miguel Chimalapa, donde alcanzó un potrero del municipio de Zanatepec y mató a 30 cabezas de ganado.
Este programa federal abrió su registro la semana pasada y cerrará sus ventanillas a fines de junio. Por ahora, son pocos los ganaderos que se están animando a ingresar. Hay miedo de que los animales mueran por desnutrición.
Por esta contingencia los ganaderos piden, además de apoyos para la compra de alimentos para la ganadería, que el gobierno estatal solicite una declaratoria de emergencia para así acceder a recursos extraordinarios.
En el Istmo hay un inventario de 700 mil cabezas de ganado bovino. Representa la mitad del total de cabezas que tiene la entidad. “Si no llega la ayuda, el sector podría vivir una tragedia”, advierten los ganaderos.
López Guerra dice que el problema provocado por la sequía no sólo afectará al sector ganadero, si no que va a causar severos daños en la economía regional. “Nadie va querer comprar vacas flacas, además escaseará el queso y la leche, y subirá el precio de esos productos”, advierte.
El fantasma de la sequía de 2017 acecha a los ganaderos. “Sí estamos muy preocupados. Pedimos que el gobierno nos apoye con el alimento balanceado”, señala.