Visten a abuelas zapotecas, guardianas de la tradición

Activistas donan ropa tradicional a las ancianas afectadas por el sismo; también se reactiva la actividad de las costureras que estaban sin empleo

La campaña “Xcalaa’ ladxidua /La otra mitad de mi corazón”, fomentada por el poeta y activista Elvis Guerra, busca regalar enaguas y huipiles a las ancianas que perdieron sus pertenencias en los sismos. (MARIO ARTURO MARTÍNEZ. EL UNIVERSAL)
Municipios 16/10/2017 11:04 Roselia Chaca Juchitán de Zaragoza, Oaxaca Actualizada 11:04

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Carmelina Gutiérrez de la Cruz casi no se levanta durante todo el día de su silla de madera pegada a la pared del baño, en el patio de la casa familiar. La ceguera y las ruinas de su casa demolida por el terremoto del 7 de septiembre la obligan a mantenerse a salvo en el mismo lugar desde hace un mes.

Desde ese incómodo sitio, la anciana de 75 años recoge su enagua corta, la enreda entre las piernas y  cuenta a todos los que la visitan que vivir así es un “castigo”, pero no tiene de otra; prefiere el baño a tropezarse o sentarse en el refugio del campo Santa Marta,  en la Séptima Sección de Juchitán.

Dice que fue muy poca  la ropa que logró rescatar después del sismo, pues  todo lo que tenía  se perdió; así que el regalo de una muda de enagua y huipil de chillantes colores la conmueven hasta el llanto. No puede contener y agradece el gesto a los voluntarios de la campaña “Xcalaa’ ladxidua /La otra mitad de mi corazón” por el regalo.

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 Carmelina  recibe la muda de ropa tradicional de manos del poeta bilingüe Elvis Guerra, un joven de la Novena Sección de Juchitán, que recorre las calles  más afectadas por el sismo cargando una bolsa llena de coloridas y floreadas enaguas en  busca de ancianas y mujeres mayores que visten  diario estas prendas tradicionales.

 La idea de regalar enaguas y huipiles surgió después de ver a las ancianas no salir beneficiadas con las donaciones de ropa que la sociedad civil entregó durante los primeros 20 días después del terremoto, ellas, las más afectadas, perdieron sus viviendas  y por consiguiente vistieron la misma ropa  durante días, la que traían puesta el día de la desgracia.

“Nos dimos cuenta de esta situación cuando comenzamos a repartir despensas y ropa donada por la sociedad civil, ellas, las ancianas, eran las que no tomaban ropa porque todo era ropa moderna, así que entendimos que ellas también necesitan ropa, pero la ropa que ellas usas de diario, la tradicional, así que compramos la tela con los mismos comerciantes de la zona y las entregamos a varias costureras para que las elaboraran, así también les dimos trabajo a este sector”, explicó el también ganador del Premio CaSa en Literatura Zapoteca.

Desde el inicio de  la campaña, hace dos semanas, se han elaborado casi mil mudas de ropa tradicional. Entre cinco costureras  elaboran entre 300 y 350 mudas de enagua y huipil, cada una crea 70 mudas y cobran 50 pesos por la hechura de una muda; por lo tanto, cada una gana 3 mil 500 pesos en cada producción.

Elvis y su equipo de  activistas adquieren las telas en las tiendas que aún están  de pie, en la ciudad de Juchitán. Al final invierten 100 pesos por cada beneficiada.

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“El dinero viene de donativos que nos da la sociedad civil, pues de otra forma no podríamos solventar los 100 pesos de la producción por cada muda. Es cierto que son piezas  sencillas, pero es lo que ellas, las ancianas, usan del diario en la casa, en el espacio privado. Es ahí donde llegamos mostrándoles nuestra solidaridad, a las últimas hablantes del zapoteco, las guardianas de nuestra cultura y tradición”, refiere el activista.

Al otro extremo de la vivienda de  Carmelina habita Liliana Sánchez García, una mujer de  42 años, ella también se la pasa sentada casi todo el día en el mismo lugar, en la galera de la casa de su madre frente a una máquina de coser  de más de 50 años, de las pocas cosas que logró salvar de su colapsada casa.

El trabajo de costura después del terremoto cayó completamente, no tenía un cliente, las mujeres están en el proceso prioritario de tener comida y un techo para sus hijos, por lo que ser seleccionada como una de las cinco costureras de la ciudad para elaborar las mudas de la campaña “Xcalaa’ ladxidua /La otra mitad de mi corazón” es una gran bendición.

Liliana inició a los 17 años en el oficio de la costura, con el tiempo atrapó a muchos clientes, con su trabajo construyó su casa y da de comer a sus hijos; lo que gana de la confección de los huipiles y enaguas  es la única entrada económica que tiene en estos días.

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“Gracias a Dios tengo esto porque no hay trabajo, si antes del temblor había poco, ahora menos, sobrevivimos con lo que tenemos, pero ahora, aunque estoy cobrando sólo 50 pesos por una muda sencilla, es algo   para dar de comer a mis hijos”, explica Liliana, mientras mueve los pies en el pedal de la máquina.

Este proyecto que busca vestir a más de mil ancianas de Juchitán da trabajo a cinco mujeres costureras con el fin de reactivarles su actividad productiva.

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