Marian no se da por vencida en su lucha contra el cáncer
La joven de 18 años necesita un tratamiento de 74 mil pesos
Sus ojos de miel y sonrisa irradian luz; desde hace 21 meses Marian se aferra a su existencia para vencer el cáncer que pudo acabar con su vida a sus 16 años.
Originaria de la comunidad de Benemérito Juárez, Tuxtepec, Marian Hernández Navarrete padece de Linfoma de Hodgkin con esclerosis nodular, un tipo de cáncer frecuente en adultos jóvenes, especialmente entre las mujeres.
Ha recibido 16 quimioterapias y más de una docena de radiaciones, pero aún le falta una tercera etapa que le dará la posibilidad de ser candidata a un trasplante de médula y esta fase es la más costosa. Su madre, Lorena Navarrete, explica que esta etapa no la cubre el Seguro Popular y cada una tiene un costo aproximado de 74 mil pesos; Marian requiere 12 sesiones de este tipo.
Con los bolsillos casi vacíos, pero con el alma llena de esperanza, la familia Hernández Navarrete comenzó una colecta de tapas de plástico para apoyar al “Banco Tapitas” y ser parte de las personas que reciben ayuda de esta organización no gubernamental que lucha contra el cáncer.
“Yo me aferro a la vida”, sostiene Marian, quien este 13 de agosto cumple 18 años y entre sus deseos está volver a jugar futbol y estudiar una carrera en energías renovables. Con su foto de graduación del bachillerato a sus espaldas, admite con madurez su enfermedad.
“Estoy lista para lo que viene. El trasplante”, afirma con una sonrisa. Su buen semblante y apariencia física se los debe, dice, a los remedios caseros que su madre le prepara para seguir adelante con la mejor calidad de vida posible.
Escuchar que su hija tenía cáncer le desmoronó el espíritu en un instante, recuerda la señora Lorena, pero tras casi dos años de luchar de la mano con su hija, hoy se siente valiente y busca todas las opciones posibles para lograr que la sonrisa de su hija Marian dure por muchos años más.
“No me quedo con los brazos cruzados, me aferro a algo”, sostiene la mujer, quien habla de tratamientos y medicamentos como si fuera experta en el tema.
Don Mario Hernández, padre de la joven, desborda nostalgia al ver a su hija en esta batalla. “No queda de otra que enfrentar esto con valentía, pero es triste”, expresa el hombre campesino, con los ojos mojados en lágrimas.
Los padres de Marian apuntan que gracias a las aportaciones de su comunidad pueden traslarse a la Ciudad de México, al Instituto Nacional de Cancerología, donde su hija actualmente recibe la atención médica que necesita.