El pasado 6 de septiembre, Eloísa Cruz, de 56 años de edad, fue intervenida quirúrgicamente para extraerle un tumor del vientre, del cual nunca se notificó que fuera producto de un cáncer, relata el hombre.
A la fecha de operación le anteceden dos citas quirúrgicas suspendidas por falta de quirófano, señala.
“El tejido se encontraba en un litro de sangre, me indicaron los médicos”, describe. Horas después de la cirugía, sin mayores explicaciones, los médicos reconocieron ante don Darío que en la operación le “rompieron la vejiga” a la paciente, por eso le colocaron sondas.
Tres días después fue enviada a la capital del estado para la instalación de un catéter para el buen funcionamiento de la vejiga. “Me dijeron que veían muy mal a mi esposa”, dice el hombre. Doña Eloísa estuvo cinco días hospitalizada y regresó a casa.
A pesar de la segunda intervención, la mujer continúo con dolores y su estado de salud empeoró. En busca de una cita médica en Salina Cruz, a donde personal del IMSS en la capital le recomendaron acudir, la mujer fue internada por el delicado estado en el que se encontraba.
El diagnóstico que le indicaron fue que el catéter se había movido, lo que le pudo ocasionar inflamación. Sin recordar el nombre de los médicos, el viudo cuenta que quien recibió a su esposa salió de vacaciones a los pocos días de ingresada y nunca le volvieron a asignar ningún otro médico.
Don Darío dice que buscó ante la dirección del nosocomio el traslado de su esposa a la capital para mayor atención, pero recibió negativas del personal. Primero le indicaron que “Oaxaca no se haría responsable” y después, fue imposible localizar al personal correspondiente para los trámites.
El padre de familia, de dos hijos, apunta que después los médicos indicaron que “parecía” que su esposa tenía otros dos tumores, sin que se realizaran los procedimientos médicos para mejorar su estado de salud.

El acta de defunción de Eloísa, expedida por la Secretaría de Salud, indica que falleció por oclusión intestinal y tumoración retroperitoneal y que el lapso entre el inicio del tratamiento a su muerte fue de dos días y dos meses, respectivamente, a cada padecimiento.