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“Ellos veían el avión, incluso los barcos pasar, pero por desgracia el mal tiempo ocasionó que no fueran detectados por el radar, pero ellos los veían, sólo que no sabían cómo hacerles señas”, cuenta Cristela Morales, hermana de Isael, el pescador de 53 años, quien por primera ocasión había salido a capturar tiburones.

Mientras los tres originarios de Puerto Escondido soportaban a la adversidad de la naturaleza, sus familias en tierra mantuvieron la exigencia de que continuaran los operativos de búsqueda durante las casi dos semanas de la desaparición.
A las demandas de apoyo se sumaron las plegarias y oraciones, platica Cristela: “Nuestra fe, nuestra esperanza, no decaímos, siempre estuvimos firmes de seguir luchando y seguir pidiendo a las autoridades de que no dejaran de buscarlos (…) cuando la Marina nos los regresó descansó nuestro corazón”, expresa entre lágrimas.
Después de 11 días de desaparecidos, el 17 de enero, los marinos pusieron a salvo a los pescadores, al hallarlos a 200 millas de la playa de Acapulco después de varios intentos. Se tenía previsto que los hombres de mar llegaran al muelle en las primeras horas del jueves, conducidos por la patrulla oceánica Romero; sin embargo, esta sufrió una falla, por lo que tuvieron que esperar y finalmente viajaron a bordo de una unidad de nombre Mitla. Los retrasos ocasionaron que llegaran a tierra la noche del 18 de enero.
Al llegar al muelle de Huatulco fueron trasladados a la Capitanía del Puerto y después regresados con sus familias a Puerto Escondido, a unos 110 kilómetros de distancia.

Ahora, los tres náufragos han vuelto con sus seres queridos con quienes descansan por un tiempo, para después continuar de nuevo con la pesca marítima.
Este caso de naufragio con un final feliz no siempre se repite. Tal es el caso de Luis Omar y José Antonio, pescadores del municipio de Villa de Tututepec, que salieron el 22 de diciembre del año pasado a bordo de una embarcación sin matrícula y hasta el momento no han sido localizados. Sus familias aún guardan la esperanza de volver a verlos.