Lo anterior, dado que con la publicación de dicho documento se modifica el artículo 8 de la Ley General de Bienes Nacionales para garantizar el libre acceso y tránsito en todas las playas del país, algo que por el momento se cumple con trampas.

Cuando se creó el complejo residencial de alta plusvalía, la playa era parte del proyecto, pero, después, el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) vendió la parte frontal al mar y les cerró el paso a los condóminos, quienes, a pesar de las protestas, nada pudieron hacer porque el proyecto logró todos los permisos federales.
Por “generosidad” se dejó el acceso por el cerro, aunque hubiera sido más fácil crear un camino plano en el costado izquierdo del Residencial Celeste, que facilitaría llegar a la playa en menos de cinco minutos.

Antes de llegar a El Tejoncito están las playas públicas El Tejón, Los Pescadores y Tangolunda. La primera no tiene letrero alguno, pero antes se ubican dos hoteles cuyos guardias de seguridad indican a los visitantes que la única forma de acceder a estas playas es por el paso público de El Tejón, aunque en uno de los complejos, por un pase de mil 200 pesos por persona, se podría hacer uso de las instalaciones y tener el acceso a la playa.
Lo anterior, pese a que el decreto presidencial es claro al especificar que el acceso a las playas marítimas y la zona federal contigua a ellas no podrá ser inhibido, restringido, obstaculizado ni condicionado. Y en caso de que no existan vías públicas o accesos, los propietarios de terrenos colindantes deberán permitir el libre acceso a través de “pasos de servidumbre” que, para el efecto, convenga la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) con los propietarios, mediando la compensación.

Para entrar a El Tejón, el camino es estrecho y apenas marcado, imposible de recorrer para niños y ancianos. Se trata de una bajada donde la tierra y las piedras están sueltas.
Para llegar a Los Pescadores, playa perteneciente a la bahía Tangolunda, se debe seguir un camino de terracería en muy malas condiciones, o al menos hasta hace un par de meses, cuando los dueños de un nuevo complejo hotelero colocaron una reja con un letrero que especifica “propiedad privada”, asegurando que el camino les pertenece, lo que molestó a pescadores que usan esa playa para desembarcar con sus productos, por lo que se organizaron y abrieron el paso.
Actualmente, el camino está abierto, pero el letrero sigue ahí y los lugareños temen que vuelvan a cerrar cuando se concluya el complejo.
Pese a ello, reconoce que ha existido una mala interpretación sobre “la exclusividad” de las playas, por lo que, dice, se espera que con el nuevo decreto se respeten los caminos públicos y se creen más.

“Creemos que el nuevo decreto ayudará a poner más claro el panorama y los conglomerados no cerrarán los pasos públicos y dejarán caminos de servidumbre; es más, ya se están habilitando otros accesos públicos como el de la playa Punta Arena”, afirma.
Todos los días, Guadalupe Onofre y Jorge Silva colocan en una pequeña vereda a la orilla de la carretera que lleva al conglomerado de hoteles Secrets Huatulco Resort & Spa un letrero de cartulina de un color chillante con el nombre del lugar: bahía Conejo. Para que no desaparezca, como siempre, al retirarse del lugar se lo llevan.
Este matrimonio posee una carpa donde venden cocos, cervezas y ceviches que se ubica exactamente al extremo izquierdo de la bahía, lejos de la vista del conglomerado hotelero.

Hace ocho años, esta pareja, junto con otros pobladores y pescadores, ofrecía servicio de alimentos en un restaurante rústico en el extremo derecho de la bahía, con un sendero más plano para todo tipo de vehículos, pero todo eso acabo cuando Fonatur vendió el polígono a Cemex y ésta cerró el camino con mallas, colocó guardias privados y los desalojó.
Pese a la resistencia, la justicia estuvo de parte de los desarrolladores.
Algunos prestadores de servicios como este matrimonio se resistieron a abandonar la bahía y ocuparon el otro extremo, donde existe el último acceso, en el que se tiene que atravesar el cerro. En estos años, con mucho esfuerzo han condicionado el camino en la medida de sus posibilidades.
El hombre cuenta que en 2018 colocaron postes de cemento para restringir este paso, porque el cerro ya tiene dueño, pero se organizaron y pararon, “pero no tardarán en volver a accionar y a hostigar ”, advierte.

“Son caminos tramposos los que nos dan al pueblo, muchos no dan ganas de usarlas porque son peligrosos, lo peor es que lo avala Fonatur, a los empresarios y políticos les dan todo, a nosotros nos corren. Nosotros confiamos que ahora con esta nueva ley no se permita el cierre de caminos y las que existen las rehabiliten” comenta Guadalupe, mientras se preparaba para recoger sus productos y quitar otro día más su letrero.