“No enseñé a mis hijos el zapoteco por temor a que sufrieran discriminación”
Confiesa que se arrepiente de no haber enseñado el zapoteco a sus hijos pero no lo hizo por temor a lo que él sufrió cuando era niño.
Amador Martínez, indígena zapoteca de Santa Cruz Papalutla, afirma que no hay nada más de lo que se sienta orgulloso que de su lengua materna, el zapoteco. Pero no siempre fue así. De niño, narra, sufrió discriminación, humillaciones y desprecio por no poder hablar el español.
“He luchado con coraje y rabia para poder hablar el español”, dice. Ahora su lucha es por la preservación y conservación del zapoteco y de las lenguas originarias que se hablan en los 16 grupos étnicos de Oaxaca y todas sus variantes.
Confiesa que se arrepiente de no haber enseñado el zapoteco a sus hijos pero no lo hizo por temor a lo que él sufrió cuando era niño.
“Es una lástima que no pude transmitirles a mis hijos el zapoteco, no lo hice por temor a que sufrieran discriminación y ahora estoy luchando por conservar y enseñar el zapoteco y también para recuperar nuestros cultivos. Ayúdenos para que el zapoteco no muera”, expresa.
Hoy se conmemora el Día Internacional de la Lengua Materna. Las entidades federativas con mayor población hablante de lengua indígena son Oaxaca, Yucatán, y Chiapas, las tres acumulan el 42.6% del total de hablantes, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). México cuenta con una diversidad de lenguas indígenas, actualmente son 68 lenguas con 364 variantes en todo el país. Las principales lenguas, debido a la proporción de población hablante de éstas, son el Náhuatl 23.4%, Maya 11.7% y Tzeltal 7.5%.
Cinco lenguas maternas en Oaxaca están en riesgo de desaparecer por el número reducido de hablantes: el ixcateco, chontal, amuzgo, zoque y chocholteco.
Para Amador Martínez también es importante rescatar sus cultivos. Antes, dice, Santa Cruz Papalutla y el valle de Tlacolula se distinguían por sus cultivos de ajo, habas, chícharo y calabaza, entre otros. Pero la “humedad se nos fue”.
Desde hace dos años, explica, en su comunidad han realizado esfuerzos a través de técnicas artesanales “atajar el agua a como dé lugar” y añade “hemos tenido fracasos pero estamos logrando alimentar los mantos freáticos y dedicarlo para sacar provecho a sus cultivos.
Amador Martínez pide no dejar morir las lenguas maternas y está seguro que el zapoteco prevalecerá: “el zapoteco no va a morir, morirá cuando el sol muera”.