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Levantar su vivienda lo ven lejano porque a Rafael Luis Ramírez no le alcanza el salario, lo que ganan sus hijas apenas es para que coman sus hijos; así que seguirán durmiendo en la casa de campaña el tiempo que sea necesario o hasta que termine por destruirse con el tiempo.
“La casa era para que se demoliera, pero los que nos censaron dijeron que no, que aguantaba y nos dieron parcial, pero mi casa no aguantó los miles de temblores, cada vez se lastima y si hay otro temblor fuerte creo que no resistirá, pero qué vamos hacer, así vivimos, con miedo a que un día se venga abajo, no tenemos para reconstruir ni en un año”, comenta este carpintero mientras muestra los daños graves que tiene su casa.
A cinco metros de la casa de Rafael vive Eugenia Celaya, su marido Vicente Ruiz y sus dos hijos. La casa de madera, más que casa es un cuarto-bodega de tres metros por cuatro metros, donde resguarda su ropero, cama, refrigerador y estufa; ellos ocupan la mitad de lo que fue una casa tradicional, que por herencia corresponde a su esposo.
Por segunda ocasión pasarán el fin de año en el cuarto de madera cubierto por lonas de nylon para evitar las filtraciones de lluvias, esperan que el apoyo del segundo censo que emprendió el gobierno estatal les llegue después del 15 de diciembre, aunque no saben si les tocarán 120 mil pesos por pérdida total o 15 mil pesos, por parcial. Si es la última cantidad, desde ahora saben que “no se podrá hacer gran cosa” con el dinero.
Vicente, que es albañil, calcula que con ese recurso sólo podrá elaborar blocks con tres toneladas de cemento, pero no más; de ahí, tendrá que invertir 140 mil pesos para levantar una pequeña casa de cuatro por cinco metros cuadrados.
“Por el momento, pasaremos Navidad y año nuevo otra vez en este cuarto de madera, si nos toca pérdida total con el segundo censo podremos levantar una casita, si no, seguiremos así hasta que podamos, con los años”, lamentó el joven albañil.