Damnificados del Istmo pasarán su segunda Navidad sin hogar y bajo las lonas
La familia Ramírez sólo obtuvo 15 mil pesos de ayuda del Fonden; en otros hogares de Juchitán esperan apoyo del segundo censo
Feliciana y Rafael llevan un año y dos meses viviendo en una tienda de campaña en el patio de su casa. Hasta hace dos meses, ellos, sus dos hijas y cinco nietos también vivían dentro de la carpa blanca que la Fundación Telmex les donó desde que formaron parte de un refugio temporal, durante la etapa humanitaria en Juchitán.
En diciembre de 2017 se disolvió el refugió donde estuvieron viviendo después del terremoto, a ellos les tocó la carpa blanca y la colocaron en el patio de su casa fracturada en sus pilares y techo, aun con esos daños recibieron del Fondo de Desastres Naturales (Fonden) 15 mil pesos por “pérdida parcial”, apoyo que terminaron utilizando para comer porque el jefe de familia no tenía trabajo como carpintero.
Hasta octubre, todos se apilaban en el interior hasta que las últimas tormentas azotaron la región y la lluvia comenzó a filtrarse en la carpa, por lo que decidieron que los niños y sus madres durmieran nuevamente en el interior de la casa fracturada, los niños fueron los primeros en perder el miedo, aunque ante los primeros movimientos de la tierra salen corriendo.
Reconstrucción lejana
Levantar su vivienda lo ven lejano porque a Rafael Luis Ramírez no le alcanza el salario, lo que ganan sus hijas apenas es para que coman sus hijos; así que seguirán durmiendo en la casa de campaña el tiempo que sea necesario o hasta que termine por destruirse con el tiempo.
“La casa era para que se demoliera, pero los que nos censaron dijeron que no, que aguantaba y nos dieron parcial, pero mi casa no aguantó los miles de temblores, cada vez se lastima y si hay otro temblor fuerte creo que no resistirá, pero qué vamos hacer, así vivimos, con miedo a que un día se venga abajo, no tenemos para reconstruir ni en un año”, comenta este carpintero mientras muestra los daños graves que tiene su casa.
En espera del segundo censo
A cinco metros de la casa de Rafael vive Eugenia Celaya, su marido Vicente Ruiz y sus dos hijos. La casa de madera, más que casa es un cuarto-bodega de tres metros por cuatro metros, donde resguarda su ropero, cama, refrigerador y estufa; ellos ocupan la mitad de lo que fue una casa tradicional, que por herencia corresponde a su esposo.
Por segunda ocasión pasarán el fin de año en el cuarto de madera cubierto por lonas de nylon para evitar las filtraciones de lluvias, esperan que el apoyo del segundo censo que emprendió el gobierno estatal les llegue después del 15 de diciembre, aunque no saben si les tocarán 120 mil pesos por pérdida total o 15 mil pesos, por parcial. Si es la última cantidad, desde ahora saben que “no se podrá hacer gran cosa” con el dinero.
Vicente, que es albañil, calcula que con ese recurso sólo podrá elaborar blocks con tres toneladas de cemento, pero no más; de ahí, tendrá que invertir 140 mil pesos para levantar una pequeña casa de cuatro por cinco metros cuadrados.
“Por el momento, pasaremos Navidad y año nuevo otra vez en este cuarto de madera, si nos toca pérdida total con el segundo censo podremos levantar una casita, si no, seguiremos así hasta que podamos, con los años”, lamentó el joven albañil.