La vida en Tehuantepec, quebrada como su ex convento
Tras el sismo del 7 de septiembre, la Casa de Cultura en la edificación dominica del siglo XVI, a la que asistían niños y adultos mayores, está en riesgo de derrumbe
“Caminamos entre escombros en la historia”, dice Felipe Vega, un joven y apasionado historiador, originario de Tehuantepec, quien es uno de los coordinadores de la Casa de Cultura de esta ciudad, un centro que aglutina a la comunidad y donde 800 niños habitualmente asisten a tomar talleres que van desde la enseñanza del zapoteco hasta la iniciación artística.
Caminar por los escombros de la historia significa literalmente caminar por los escombros del que fue uno de los grandes conventos dominicos levantados a finales del siglo XVI, un edificio que sirvió alguna vez como cuartel —algo de eso se advierte en varios dibujos sobre los altos muros— y que desde hace 35 años se convirtió en la Casa de Cultura.
El edificio está cerrado, pero hasta ayer todavía no se apuntalaban las zonas más dañadas y esa medida es urgente para este ex convento, así como para 13 templos de la ciudad que resultaron con afectaciones severas pero también para muchos inmuebles civiles: urge este trabajo en las casas señoriales y panteones.
El acceso al edificio es permitido por unos minutos para registrar la situación. El exterior del ex convento no dice nada de lo que adentro ocurrió; una grieta menor en el techo es la única señal que hay afuera. Adentro, en cambio, desde el inmenso patio se contempla una profunda grieta que separó muros y causó derrumbes en dos pisos del área oeste. Restos de frescos antiguos están dispersos y la inmensa muralla del conjunto abraza el desastre que dejó el terremoto del 7 de septiembre.
“El edificio sufrió afectaciones severas en el lado oeste, donde se colapsó la techumbre de hormigón del corredor y cayó sobre el entrepiso, y éste se colapsó. Es un doble daño en una misma área, y refleja un pequeño hundimiento que jala otras áreas y que con las réplicas está fracturando otros espacios”, explica Luis Mario Díaz, arquitecto responsable de edificios históricos del ayuntamiento.
En esa ala oeste del lugar permanecen abiertos dos salones en los que aún se ven coloridas pinturas en las paredes y, cubierta con un mantel verde, está una marimba. Nada más habla de la vida cultural que era cotidiana en el lugar.
El arquitecto Díaz asegura que no hay deformación de las estructuras pero que si no se atiende puede colapsar el área y habría un derrumbe mayor. El riesgo es latente también para los edificios con que colinda: la sede del Obispado de Tehuantepec y la capilla.
Lo que le pasó a la Casa de Cultura es bien diferente de lo ocurrido, por ejemplo, en el Palacio Municipal o en el Obispado de esta ciudad; sucede que en esos edificios, un error en la construcción del ferrocarril es lo que hoy les ha representado mejor suerte. La historia va así: cuando se construían las vías de tren, a comienzos del siglo XX, los rieles se hicieron mal y tuvieron que hacerse unos nuevos, entonces los rieles inservibles acabaron por ser material para reforzar aquellos edificios que hoy sobreviven gracias a estas estructuras.
El pasado vivo. El conjunto conventual donde se halla la Casa de Cultura es de gran importancia para Tehuantepec porque representa la transición de la época Prehispánica a la Colonia, detalla el historiador Vega: “Representa para México un parteaguas en el proceso de la Colonización. Los que vienen a la casa de cultura saben que es del siglo XVl y es muy lamentable verla así”.
“Tehuantepec es el centro de un gran culto que, con la llegada de los españoles, se extendió por el istmo durante la última dinastía de los zapotecos”, describe el arquitecto Luis Mario Díaz.
La casa ofrecía a diario, en cerca de 20 celdas del claustro habilitadas como salones, talleres de música, piano, guitarra y marimba; teatro, zapoteco, bordado... junto a los 800 niños, asistían alrededor de 100 adultos mayores.
La casa es también sede de un acervo sin par en la ciudad. Vega describe que contiene cuatro colecciones: arqueológicas, con las 300 piezas donadas por la comunidad y con las cuales en 1994 se abrió una sala especializada; de textiles, con indumentaria sobre las tehuanas; bibliográfica en la que está la biblioteca, así como unos cuantos materiales de los siglos XVI y XVII y ex libris; y finalmente una colección de fotografías, pintura y gráfica.
La colección todavía permanece en el edificio pero por estos días se revisa con los xuanna, o principales, de cada uno de los 15 barrios, cómo y dónde se conversarán estos materiales.
El historiador Vega describe esta organización: “Cada barrio cuenta con un representante, encargado de los templos, una figura que nos viene igual de la época prehispánica, se llama xuanna, palabra que está compuesta por dos palabras: Xu, que significa temblor o movimiento, y Nna que significa mano. Se conservó desde tiempos prehispánicos. Ellos son portavoces de las necesidades y las decisiones se consensan a través de la asamblea de barrios. Es muy importante para que la comunidad sepa entonces qué va a pasar con sus colecciones que están en la Casa de Cultura porque estas colecciones fueron donadas por la propia comunidad”.
La situación. En medio de réplicas constantes, el arquitecto advierte que hay que caminar por el centro de las calles; muestra una fachada que aparentemente se ve bien, pero dice que la casa fue desalojada porque adentro quedó colapsada.
“Un 95% de los edificios históricos de Tehuantepec resultó afectado. Trece de los 15 templos tienen graves daños; los más afectados fueron Santo Domingo, San Jerónimo, San Sebastián, Santa Cruz y Santa María. Hubo cinco colapsos de campanarios en capillas anexas. Se dañaron 10 tumbas entre los monumentos históricos funerarios. Tehuantepec tiene 334 edificios históricos catalogados; de esos, son 221 casas señoriales y las que tienen daños suman 190”.
Los oficios religiosos están suspendidos, al igual que la vida cultural; lo otro que quedó suspendido fue un proyecto de remodelación de la Casa de Cultura.
“Había un proyecto de restauración para la Casa de Cultura que era por 180 millones de pesos. Ahora, para reconstituir el ex convento, será necesario quizás destinar el doble de presupuesto. Ahora tenemos prácticamente que volver a empezar para que esto se consolide; habrá zonas en las que se van a tener que sustituir elementos por materiales más ligeros para poder recuperar los espacios”, concluye el arquitecto Luis Mario Díaz.