Sin ayuda y con pérdidas, totoperas de Juchitán se recuperan poco a poco

Municipios 22/09/2017 20:12 Roselia Chaca Juchitán de Zaragoza, Oaxaca Actualizada 09:09

Con esfuerzos propios, comenzaron la reactivación de su pequeño negocio después del sismo de 8.2 grados

Foto: Mario Arturo Hernández / EL UNIVERSAL

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Berta y Rosa son dos mujeres que tienen como oficio elaborar los tradicionales totopos de maíz nativo, xhuba huinni (variedad zapalote chico), pero sus cocinas están dañados y sus hornos de barro cuarteados. A pesar de ello, comenzaron la reactivación de su pequeño negocio después del sismo de 8.2 grados Richter.

Rosa Santiago Santiago y su hermana son totoperas desde hace más de una década; elaboran al día alrededor de 600 piezas de totopos, 300 cada una en los dos hornos de barro; comienza la jornada a las tres de la madrugada y terminan al medio día, las cuales entregan la mitad a revendedoras y el resto las ofertan por la tarde en el mercado municipal, que ahora es el parque central.

Las dos zapotecas viven en el interior de la colonia Laguna Yupi, en la Novena Sección de Juchitan, de las zonas más abandonadas y de reciente creación, un lugar donde los apoyos humanitarios llegan tarde y en algunos casos ni llegan. Por eso ellas mismas y sus esposos tuvieron que restaurar sus hornos cuarteados para seguir con el negocio.

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"Aquí nadie vino ayudarnos, las despensas llegan poquito, por eso nosotros no podemos quedarnos a esperar por la ayuda. Nuestras familias dependen de lo que vendemos, de los totopos, así que los hornos los restauramos con cemento y comenzamos a trabajar.

“La cocina está a punto de caer, ya que quedó lastimado, pero no tenemos a dónde más ir, así que aquí estamos, con el riesgo, pero tenemos que seguir trabajando, el gobierno no nos dará de comer", argumenta Rosa, sin dejar de picar con un palito las tortillas de maíz.

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A 100 metros de la casa de Rosa y Berta, vive Clarisa Sánchez Charis, de 22 años de edad, madre de tres niños y también totopera de oficio. Ella sola elabora 500 piezas al día durante 10 horas, vendiéndolas en la cuidad a un peso cada totopo. Ella, a diferencia de sus vecinas, sí perdió sus dos hornos de barro y no tiene recursos para reconstruirlas.

"No tengo dinero para hacer otro horno, mi casa casi se cae, vivo en la calle con mis hijos debajo de una lona, apenas y comemos de lo que gana mi esposo de mototaxista, así que esperaremos a que las cosas mejoren para poder comenzar de nuevo", explica mientras muestra con tristeza su derrumbe en el interior de una cocina improvisada de palos y lamina.

La organización Tonaa Taati, que se ha caracterizado por apoyar la producción del totopo de maíz nativo, no tiene un padrón de las productoras afectadas en Juchitán, por lo que realiza un recorrido a pie para enfiestar a las afectadas.

 

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