Octavio Santiago estaba a punto de almorzar después de regar su parcela cuando el sismo sacudió su casa de techo de lámina.
El hombre lanzó al suelo lo que traía en las manos y los auxilió.
En eso estaba cuando escuchó a lo lejos el ruido intenso que produjo el desprendimiento de rocas en los cerros. Inmediatamente después oyó gritos agudos y llantos. No lo pensó más y corrió a ver lo que sucedía en el río.

Entonces encontró el cuerpo de una joven que había sido aplastado por grandes piedras en medio del afluente; a su lado, su madre sangraba herida, había un par de niños lastimados y en llanto, y su hermana estaba en shock.
“Cuando escuché los ruidos me fui corriendo a ver a la Pedrera, fue cuando vi a la joven muerta. Su mamá salió herida y se la llevaron a Santa María al hospital. También estaban allí unos niños, tenían heridas, pero leves. La hermana de la finada también estaba herida, pero ella ya no hablaba”, contó Octavio Santiago.
Los habitantes de Huatulco no ven como algo extraño los sismos, pero, aunque desde el 7 de septiembre de 2017 forman parte de su cotidianidad, todavía no terminan de acostumbrarse por completo a ellos. Menos si éstos son arriba de 7 grados y si ven al mar retirarse por varios metros.

Por eso, el movimiento de ayer los paralizó.
“Primero fue un movimiento de arriba para abajo, los primeros 15 segundos. Luego fue más rápido y todos corrimos, salimos de la casa. Afortunadamente, el refrigerador no cayó encima de nadie.
“Nuevamente volvimos a sentir miedo, como hace tres años”, comentó Álvaro Romero, vecino de Santa María Huatulco.
Debido al miedo ante las réplicas y a la falta de supervisión estructural de la zona habitacional por parte de las autoridades de Protección Civil del municipio, Álvaro y su familia buscaron dormir ayer en casa de algunos de sus amigos, cuyas viviendas están en mejores condiciones que la suya.

A pesar de que la actividad turística en Huatulco está parcialmente paralizada por las restricciones sanitarias ante la epidemia de coronavirus (Covid-19), el sismo ayudó mucho más a que los espacios abiertos, como restaurantes o tiendas, bajaran sus cortinas por varias horas, al igual que la alerta de tsunami, lanzada por las autoridades como parte del protocolo de actuación después de un sismo en la costa.