Ofrenda Zaachila también su Guelaguetza en “El Cerrito”
La granizada no impidió que la Villa de Zaachila vibrara con su tradicional Lunes del Cerro, en donde los “Zancudos” y la “Danza de la Pluma” se llevaron las palmas del público.
En Zaachila, el “Laani Roo Xten Daan Zaadxil Doo”, Lunes del Cerro en zapoteco, inicia después de mediodía. En esta ocasión, a pesar de la granizada que amenazó con frenar la fiesta, decenas de personas abarrotaron la zona arqueológica de “El Cerrito”, para admirar la fiesta, que se celebra por 55 año consecutivo.
¡Ésta es la esencia de la Guelaguetza! Decía el presentador mientras las Chinas Oaxaqueñas arribaron al escenario para deleitar al público. Al primer grupo siguieron los de Huautla de Jiménez, Sola de Vega y Juchitán de Zaragoza.
Cada una de las delegaciones de las ocho regiones de la entidad fue representada por jóvenes que habitan en los barrios de Zaachila y adquirieron el compromiso de prepararse para representar las danzas que son muestra de la cultura en el estado.
Había transcurrido la mitad del programa cuando un aguacero inundó el espacio a cielo abierto; sin embargo, la intensa lluvia no frenó a los apasionados bailarines que se entregaban a una audiencia empapada que buscaba resguardarse bajo carpas y sombrillas.
Para honrar a las tradiciones oaxaqueñas, los bailables se presentaron ante autoridades municipales. En esta ocasión, el invitado de honor fue el cineasta oaxaqueño, Rigoberto Pérez Cano.
La Guelaguetza, es decir, las ofrendas que los integrantes de los grupos folclóricos ofrecen al público, no podían faltar: bolsas de pan y café volaron por los aires de un cerrito que en todo momento lucio tapizado de sombreros de palma y sombrillas de colores, intentando resguardar a los asistentes de los intensos rayos del sol en un primer momento, y después de la intensa lluvia.
Las muestras culturales de Zaachila no se hicieron esperar. Al escenario llegó la representación local que ejecutó el “Jarabe Zaachileño” como parte de la lucha por el reconocimiento de su vestimenta tradicional.
Los “zancudos”, hombres vestidos con faldas floridas que bailan sobre estructuras de madera, hicieron gala de su habilidad y equilibrio. No obstante, las ovaciones fueron para el grupo de la Danza de la Pluma, cuya ejecución deslumbró a propios y extraños, quienes en aplausos agradecieron el apego y preservación de la cultura de un pueblo que año tras año ofrenda una Guelaguetza vibrante a las faldas de “El Cerrito”.