Pan de muerto con forma humana, legado culinario de Yalálag que llega incluso al extranjero
En esta comunidad zapoteca, ubicada en la Sierra Norte, las festividades en honor a los muertos adquieren una forma especial, pues el pan representa un cuerpo humano
A cuatro horas de la ciudad de Oaxaca, se encuentra Villa Hidalgo Yalálag, una comunidad zapoteca ubicada en la región de la Sierra Norte y en cuya población las festividades en honor a los muertos adquieren una forma especial, pues el pan representa un cuerpo humano.
De acuerdo con Walterio Ruiz, originario de Yalálag, la tradición panadera de la comunidad es resultado de la mezcla de las costumbres originarias que se vieron influenciadas con la llegada de los españoles, mientras que elaborar el pan con forma humana es una manera de honrar la memoria de los que ya no están.
“Nuestros antepasados rendían culto a la muerte y a la tierra. Así que en esas fechas 1 y 2 de noviembre rendían culto a la muerte. A la llegada de los españoles trajeron el pan y el trigo, así que nuestros ancestros hicieron un pan en forma humana, en memoria de los difuntos”, dice en entrevista.
A algunos de esos panes con figura humana se les decora además con figurillas, las cuales, explica don Walterio, son un agregado de la religión católica. Pese a ello, la comunidad conserva para los panes el nombre de “yet xtill”, que en español significa “tortilla que comen los blancos”.
Los panes, además, son decorados con caritas que deben elaborarse con varias semanas de antelación, ya que lleva cierto tiempo su fabricación, según la señora Laura Aquino. “Las caritas las empezamos a hacer el día primero de octubre todas las tardes. En los meros días sí requerimos de gente”, dice.
La demanda de estos panes, que motiva cada año su producción y comercialización se debe a que estas piezas se usan como elemento protagónico de la ofrenda, pues este pan es una forma de mostrar que se espera a los difuntos que ya partieron.
En realidad, en Yalalag existen tres tipos de pan de muerto, pues también se elabora uno de yema, cuyo ingrediente principal es el huevo, y uno más que es blanco. Estos panes vienen en dos presentaciones, tanto en figurillas como decoradas con ajonjolí.
Para que esta herencia culinaria se conserve en Yalalag, algunas familias enseñan este oficio a sus hijos, para que así esta tradición perviva de generación en generación, como hasta ahora, pues cada año, en las vísperas de las fiestas a la muerte el aroma a huevo y pan inunda la población.
La fama de estos panes en la región es tal que tanto pueblos zapotecos, como chinantecos y ayuujks (mixes) de la región adquieren estos panes, que utilizan en las ofrendas para de esta manera esperar a los seres queridos que ya partieron.
“Gracias a Dios somos conocidos en toda la región y vienen de casi todo el sector a adquirir nuestros exquisitos panes”, agrega doña Laura.
Gracias éxito de lo panes de Yalálag, sumado a la nostalgia de los paisanos fuera la comunidad y las facilidades de acceso y tecnológicas, muchos panaderos mandan sus creaciones a otras entidades de la República, como la Ciudad de México, e incluso al extranjero, a Los Ángeles, California, pues la comunidad migrante sigue llevando a cabo los rituales aprendidos en el lugar donde ahora está establecida.