Sequía, otro golpe a los ganaderos del Istmo

De diciembre a la fecha se han muerto 100 reses, confirma Ugrit  

Foto: Archivo EL UNIVERSAL
Municipios 26/02/2020 14:00 Alberto López Juchitán de Zaragoza, Oaxaca Actualizada 14:38

Los cuerpos inertes de las 29 reses yacen a la orilla de la fosa rectangular; a la distancia, se observa la mano de la máquina  que perforó la tierra. El operador de la retroexcavadora espera impaciente que un tractor empuje a  vacas y becerros hacia la profundidad y proceda  a cubrir la singular tumba.

La escena se desarrolla en el rancho de Piedad Gómez, una mujer de la tercera edad que enviudó hace 20 años y se encargó del  ganado familiar en el poblado de Cerro Iguana, perteneciente al municipio de Santiago Niltepec, en la zona oriente del Istmo.

Desde el 15 de febrero, Piedad dejó de ordeñar a sus vacas, se murieron y ya no puede  vender la  leche. Ella y  sus reses fueron víctimas de la sequía que, desde antes de 2017, azota al sur de Oaxaca.

Durante el año pasado no llovió en el oriente del Istmo. El pasto de los potreros se agotó y ahora los ganaderos alimentan a sus animales con pacas de sorgo sólo para que sobrevivan, no para que engorden.

Al presidente de la Unión Ganadera Regional del Istmo de Tehuantepec (Ugrit), Jorge López Guerra, también le tocó la tragedia: en enero se le murieron 10 reses que  por la debilidad fueron cayendo y ya no pudieron levantarse: “La sequía causa estragos en la ganadería. Hay reportes de la muerte de más de 100 animales entre diciembre a la fecha”, señala.

Sobre el escritorio de López Guerra se acumulan las hojas con nombres y números: Héctor Regalado: 4. Francisco López: 4. Cecilio Vásquez: 2. Herminio Castellanos: 2. En el municipio de Santa María Xadani: 30. Son los ganaderos que  reportaron el número de reses que  han perdido por la sequía, la cual   mató a  más de mil 500 animales en el Istmo en 2017.

“Es urgente un programa de rescate. Si no se pone en marcha un plan de emergencia de aquí hasta el periodo de lluvias, los casi 9 mil ganaderos istmeños que manejan 750 mil animales [más de 50% del total del hato ganadero en Oaxaca], van a empeorar su situación”, advierte  López Guerra.

Se va a agravar, dice, porque el sector ganadero enfrenta otros problemas, como la caída de la venta de reses al norte del país por la introducción de animales desde Guatemala, el contrabando de éstos y de  aretes, la caída del precio de la carne  y en pie —se vendía a 42 pesos el kilo, ahora cuesta 38—, la reducción del presupuesto federal y la falta de transparencia en el programa Crédito Ganadero a la Palabra.

Ante este escenario, los integrantes de la Ugrit   le proponen  a las autoridades federales y estatales que compartan gastos para la compra de sorgo, que le permita a las reses sobrevivir hasta la llegada de las lluvias. Una paca cuesta 50 pesos, una vaca  consume dos  al día.

 Si un ganadero tiene 10  cabezas, va a requerir de mil pesos por día. Faltan 90 días para la época de lluvias, si llueve.

La propuesta de la Ugrit es que cada ganadero aporte  50 o 60% del costo de la paca y que las autoridades del sector, ya sea federal o estatal, aporten el porcentaje faltante para comprar los volúmenes necesarios a los productores de sorgo de la zona oriente del Istmo. No se va  comprar el grano, sino la caña, la fibra del sorgo.

Además, expresa el dirigente regional de los ganaderos, Jorge López Guerra, sus agremiados piden  a las autoridades estatales  que expliquen dónde quedó el recurso de 120 millones de pesos que el gobierno federal liberó a mediados de 2017, el cual  sería destinado para la perforación de pozos en los potreros de temporal y de riego, para enfrentar  la sequía desde ese entonces.

Ese dinero, explica, fue autorizado para perforar los pozos, pero en su momento las autoridades estatales olvidaron el tema porque en el mes de junio de 2017 tuvimos las tormentas tropicales Beatriz y Calvin que llenaron la presa Benito Juárez, de Jalapa del Marqués.

Desde entonces, nadie sabe dónde fue a parar el dinero que sigue haciendo falta para perforar los pozos ante la sequía  que  lleva tres años  matando a las reses. 

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