“Rogamos que el virus no llegue a Juchitán, se vive al día”

“Rogamos que el virus no llegue”, declaran comerciantes que dependen de la venta diaria para mantener a sus familias

Foto: Roselia Chaca
Municipios 26/03/2020 08:54 Juchitán de Zaragoza Actualizada 20:11

Idalia  se mueve ágil entre los sartenes y el fogón, sus clientes esperan pacientes sus platillos, el ajetreo diario es de lo más normal en el puesto improvisado de  esta zapoteca que vende comida  en el  parque central Benito Juárez de esta ciudad.

El rumor de una parálisis del comercio por el coronavirus la tiene un poco preocupada, pero, mientras la autoridad municipal no le prohíba vender, ella y sus demás compañeras seguirán dando vida a uno de los  mercados más coloridos del Istmo de Tehuantepec, famoso por estar controlado  99% por mujeres.


Viven al día.

Idalia Romero Luis  fue de las más afectadas por el sismo del 7 de septiembre de 2017, su fonda de comida estaba en la parte baja del edificio Símbolos Patrios  que aún se encuentra  colapsado. 

Un mes después de la tragedia, retomó su vendimia y, desde entonces, está en el parque, la recuperación económica tardó un par de meses más.  Y ahora que  lleva la venta con buenos y malos días, se le viene la contingencia sanitaria.

“Estamos rogando que el virus no llegue, porque no podemos cerrar, pero  si el gobierno nos da de comer cerramos, pero si no, de qué vamos a vivir, si todas estamos al día.

Aunque nos den la orden, no vamos a cerrar porque no tenemos otra cosa más para ganarnos la vida”, analiza esta juchiteca de quien dependen siete personas.

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Foto: Roselia Chaca

Los más de 200 puestos de láminas y madera  en el parque están abiertos y  repletos de productos de comida, ropa, joyería y artesanías. La explosión de colores y olores característicos de la extensión del mercado público se mantiene; no obstante,   los visitantes y compradores  disminuyeron después de que la autoridad cancelara celebraciones y otras actividades multitudinarias al confirmarse dos casos de Covid-19 en el estado.

Olga Tania Santiago, artesana de la Cuarta Sección, explica que  hubo una reunión en la que  se planteó que, durante la crisis,  se  cerrarían   puestos que no sean de comida.

“Pero los que vivimos al día no vamos a cerrar, vamos a venir, porque Semana Santa es la época en la que más vendemos nuestras artesanías con los turistas. Y eso que no tenemos aún casos [de coronavirus] y la gente ya  dejó de venir al mercado. Yo vendía 18 pares de huaraches al día y hoy sólo vendí tres”, comenta Olga.


Sicosis y noticias falsas.

Su compañera de calzado, Fabiola Arellano, atribuye  la disminución de compradores en los últimos días a las noticias falsas que circulan en las redes sociales, en las que describen el mercado como un posible lugar de contagio, debido a que es visitado por alrededor de  5 mil personas diariamente.

A unos 100 metros de Fabiola, en el interior del recién inaugurado mercado público 5 de Septiembre, espera sus últimos clientes del día  Pascual López Chente, comerciante de velas, parafinas y materiales para misas.  Los dos últimos días las compras bajaron  50%, apenas y logró vender una tercera parte de lo normal porque, considera, “la sicosis” se apoderó de los habitantes del Istmo.

“Hay una sicosis desde que nos llegó la noticia de la presencia del virus en México; entonces, no quieren venir al mercado a comprar, lo que se vende más  es comida que dure varios días; además, con la cancelación de celebraciones de Semana Santa se desencadena una crisis económica, que será más catastrófica que la del sismo porque ahora no nos darán  despensas ni apoyos”, argumenta este joven  comerciante.


Duro golpe

Para Pascual, es un duro golpe al comercio y a las tradiciones la  decisión del Cabildo de Juchitán de no permitir la convivencia en los panteones municipales, ritual que forma  parte de la celebración de Semana Santa,  conocida como Naabana entre los zapotecos del Istmo de Tehuantepec, la cual  consiste en visitar los panteones, llevar flores y  convivir  con los  muertos hasta entrada la madrugada.

Los zapotecas del Istmo son los únicos del país que conviven con sus difuntos en Semana Santa  y lo hacen en correspondencia a la visita que éstos les realizaron en Todos Santos, en octubre.

La cancelación de las celebraciones afecta directamente a músicos, vendedoras de dulces, de velas, de flores y de comida.

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