La casa de Juana Castellanos Cruz está compuesta únicamente por dos cuartos y ambos presentan fracturas de lado a lado, desde el primer sismo del siete de septiembre y se abrieron más con el segundo sismo registrado 12 días después.
Al igual que otras viviendas que se encuentran junto al río “Salinas” que se desbordó ayer se inundó y carecen de energía eléctrica desde la noche de ayer.
Pese a la delicada situación en la que se encuentra su hogar, desde hace 18 días habita junto con sus hijos en uno de los cuartos dañado por los temblores.
“No tenemos a dónde más ir, vivimos a orilla del río y aunque hemos informado al municipio, no hemos recibido ningún tipo de ayuda. ¿Usted sabe dónde podemos reportar cómo se encuentra nuestra casa?”, expresa Juan Castellanos.
El hogar de Ángel Reynaldo Ramírez, ubicado en la calle Porfirio Díaz de la Tercera Sección de Huitzo también presenta fracturas tras los terremotos. “Ya vino Protección Civil, tomó fotografías y me dieron un código”, dice y afirma que continúa viviendo en ella y que nunca recibió un dictamen sí era segura o no para continuarla habitando.
En la misma situación se encuentra Magdalena Ignacio. “Mire le digo, sé que no me lo han preguntado, pero esta mañana no teníamos ni para comer. Fui a la tienda y le pedí fiado panes para comer, ahorita lavo ropa y ya pago. No tenemos dinero, de dónde vamos a sacar tanto para construir”.
Ella, sus dos nietas y su esposo, duermen en un sillón colocado afuera de sus cuartos bajo un cobertizo de lámina. Su hija Yésica Cruz, madre de una de sus nietas, trabaja en la Central de Abastos en la Ciudad de México como dependiente de una tienda; a veces, cuenta, envía un poco de dinero que les ayuda a mantenerse.
Yésica Cruz, asegura, es una de las sobrevivientes del sismo del pasado 19 de septiembre. Cuando tembló la tierra, cuenta Magdalena Ignacio, ella se encontraba en el sótano de la tienda sacando mercancía, pero pudo ser rescatada.
La desesperación le gana poco a poco. No sólo fueron los sismos que dañaron su casa y la han dejado inhabitable, ahora se le inundó con el desbordamiento de los ríos y el agua de lluvia entra por cada una de las grietas que dejaron los temblores.