La última anciana que elabora los resplandores zapotecas
Lleva 60 de sus 79 años en esta rigurosa labor; sólo los fabirca con holanes antiguos de algodón que ubica en fiestas y luego compra a sus dueñas
La elaboración de esta prenda es complicada. Para Julia, la confección le lleva más de un mes, aunque en su juventud sólo requería 15 días. Actualmente, el principal material para su producción son los holanes de encajes antiguos, por lo que se requiere monitorear estas prendas usadas de algodón y adquirirlas.Julia Ruiz Santiago tiene 79 años, las fuerzas se le han menguado, pero no las emociones, por eso, aunque sufre de artritis, sigue elaborando los tradicionales resplandores conocidos como Bidani quichi (Huipil blanco), que forman parte del atuendo ritual de las mujeres zapotecas del Istmo de Tehuantepec.
La prenda blanca que simula los rayos del sol sobre la cabeza tiene dos usos: el primero es para asistir a una misa o un acto sacro; es entonces cuando se coloca dejando asomar sólo el rostro y el huipil de encaje cae sobre el pecho y la espalda.
El segundo es para las fiestas, ya sea bodas o bailes. En este caso, se dobla dejando que el encaje blanco se coloque en la parte alta de la cabeza y caiga en los hombros y la espalda, como un penacho.
La elaboración de esta prenda es complicada. Para Julia, la confección le lleva más de un mes, aunque en su juventud sólo requería 15 días. Actualmente, el principal material para su producción son los holanes de encajes antiguos, por lo que se requiere monitorear estas prendas usadas de algodón y adquirirlas.
“Ahora ya no se hacen holanes de algodón, ahora son sintéticos, organdí y organza, por lo que no logran almidonarse, otro de los procesos que debe de llevar el holán, así que mi hija Verónica cuando ve en una fiesta un holán antiguo busca comprarlo, porque es el mejor material para trabajar los resplandores, usamos holanes reciclados, nunca nuevos”, dice esta mujer zapoteca.
Julia también considera que actualmente los que se venden en el mercado son artificiales y muy duros, cuando los resplandores no deben de serlo, al contrario deben de tener movimiento. “Eso lleva un trabajo y eso es lo que hago”, explica Julia sentada detrás de su máquina Singer.
El holán de un resplandor mide 3 metros de largo y 28 centímetros de ancho. Con el plisado y el almidonado, el holán queda de 80 centímetro, suficiente para que llegue a la espalda de las mujeres y tenga movimiento al bailar. El precio de un resplandor 100% artesanal es de mil 500 pesos, aunque se puede conseguir de menor precio si es sintético.
El almidonado de las piezas lo realizan en San Blas Atempa , porque allí una artesana las trata con el mejor almidón y le da un toque de azul añil, así que los resplandores de Julia no son completamente blancos, sino que tiene destellos de ese azul índigo que le da un toque de elegancia
Julia lleva más de 60 años elaborando resplandores y por una década los confeccionó para las bailarinas de las delegaciones de Juchitán en la Guelaguetza. Ahora le encargan holanes para bodas y exposiciones.
Aunque elabora sólo dos piezas al año, no deja de crearlas porque dice que es de las últimas ancianas zapotecas que las confecciona con la rigurosidad de las prendas antiguas.