Desde hace más de un año, a Margot no le surten panes, galletas y lácteos en su negocio, y menos le cambian los productos caducados. Los repartidores, dice, le explicaron que ya no van a entrar a Juchitán porque a cada rato son víctimas de asaltos.>>
La inseguridad que se vive en el Istmo y en esta ciudad obligó a las autoridades a solicitar la presencia de la Guardia Nacional; sin embargo, los homicidios y asaltos continúan, según las denuncias ante las autoridades ministeriales y policiacas.>>
En ese contexto de asaltos y robos, sumados a los homicidios, las empresas que distribuyen cervezas y refrescos en las ciudades del Istmo pagan los servicios de vigilancia a la Policía Auxiliar Bancaria Industrial y Comercial (Pabic), “para proteger a nuestros trabajadores”, dice el dirigente del Sindicato de Trabajadores de la Agencia Modelo del Istmo (Stami), Alfredo Linares.>>
Las empresas camioneras que prestan el servicio foráneo a las poblaciones del Istmo también buscan mecanismos para cuidar la integridad de los usuarios que viajan desde Juchitán a otros municipios, señala el presidente de la Alianza del Autotransporte Federal, Desiderio de Gyves.
Nadie surte en Juchitán> Margot está molesta. Desde que le dejaron de surtir, los distribuidores no han ido a visitarla en su negocio, ubicado en el centro de esta ciudad, para cambiarle los productos que no se vendieron y que deben ser cambiados.> “No me contestan las llamadas y, cuando lo hacen, me piden que vaya al municipio de El Espinal, que ahí en la entrada me van a atender”, dice.>>
El Espinal se ubica a siete kilómetros de Juchitán, la escena ahí no deja dudas del miedo que tienen los distribuidores; están enfilados al costado de la carretera, a bordo de sus camionetas.
“Un viaje a El Espinal cuesta 200 pesos, pero en lo que cargan los productos y los repartimos entre unos cinco comerciantes, la cuenta llega a los 500 pesos, que deben pagar entre todos”, explica Raúl, uno de los dueños de las camionetas de alquiler.
En la mañana 14 camiones de cervezas comienzan a recorrer sus rutas desde Juchitán a otros municipios, detrás de ellos va una camioneta de la Policía Auxiliar Bancaria y Comercial (Pabic), que depende del gobierno estatal.
Cada policía le cuesta a la empresa cervecera unos mil 400 pesos al día, y como no todos los repartidores tienen la protección policiaca son víctimas de asaltos. “Les roban la cuenta que a veces asciende a 15 mil pesos, se roban las cervezas y golpean a nuestros compañeros”, refiere Alfredo Linares, dirigente sindical.
Por ello, desde hace tres años el Sindicato de Trabajadores de la Agencia Modelo del Istmo (Stami) presionó a la empresa para que contratara los servicios de la Pabic.
Autobuses de pasajeros, otro punto> Pese al despliegue de corporaciones policiacas, los asaltos en contra de los transportistas foráneos y de pasajeros se mantienen, denuncia el presidente de la Alianza del Autotransporte Federal, Desiderio de Gyves.> Lamentablemente, precisa, desde hace más de un año la Policía Federal dejó de invitarnos a las reuniones mensuales, donde se analizaba la forma en que operan los delincuentes.>>
También, detalla, cada que hay bloqueos de carreteras (hasta el jueves se contabilizaban 120 en el Istmo), los delincuentes asaltan los autobuses parados a orilla de las vías, tanto a conductores como a pasajeros.> Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), de enero a julio en Oaxaca suman 26 mil 70 delitos y sólo en julio se contabilizaron 3 mil 844 delitos contra 3 mil 701 de junio.> >>