Con total lucidez sobre cada detalle de su vida, don Valente cuenta que desde los 14 años salió de su tierra natal en Michoacán; la cosecha de la caña lo trajo a la Cuenca del Papalopan a los 20 años de edad. En Cosamaloapan, Veracruz; Loma Bonita, Oaxaca, y en la agencia de Benemérito Juárez, de Tuxtepec, vivió sin echar raíz.
El trabajo lo trajo a radicar al centro de Tuxtepec, donde tampoco logró consolidar una familia, aunque sí algunos amores. “Desde que quedé huérfano a los ocho años he vivido solo, por eso estar en esta casa hogar es como vivir en la gloria”, expresa el hombre con una sincera sonrisa, pues aquí lo cuidan y come tres veces al día luego de padecer hambres al vivir únicamente de la caridad de algunos vecinos.
Este fin de año será especial para don Valente, pues se rodeará de más compañeros, a quienes en tres meses de su estancia ha logrado conquistado su amistad por la facilidad de encantar con sus conversaciones.
El anciano de casi un siglo de vida está listo para recibir un año más; “me siento feliz, creo que Dios me ha querido y desea que siga disfrutando de este mundo”, afirma el hombre.

Dice que se sentía una carga para sus hijos por no poder aportar ingresos para su familia.
Sin embargo, al paso de los días añora su hogar, ver a diario a su familia y poder ser “libre” por salir a cualquier lugar.
Aunque hay días en los que la tristeza gana por su nueva forma de vida, don Joaquín es positivo en pensar que pronto se adaptará, pues es aquí donde quizá pase el resto de su existencia.
“Solo pido vivir otro año más, los que Dios me permita los disfrutaré como se pueda”, afirma el ex campesino, quien no padece de ninguna enfermedad.
Para algunos que residen en esta casa hogar, la cuenta del tiempo son los adornos en la casa por las festividades de algunos meses del año; partir la rosca de Reyes, celebrar la amistad, a las mamás... hasta el pino de Navidad son sus referencias, aunque cada quien tiene una forma especial de vivir sus días.
