Martín Colín Jiménez tiene 37 años, y desde los nueve acompañaba a su abuelo a la cosecha de cacahuate. Él es un pequeño productor con dos hectáreas de siembra y que compra la semilla a los campesinos de Ixtepec. Su madre, Evangelina, es la encargada de la venta en mercados y ferias.
“Todos salimos perdiendo después del sismo. Los que compramos cacahuate no pudimos venderlo en las ferias porque se suspendieron durante todo el año, los que sembraron, cosecharon y almacenaron. Muchos salimos a buscar otros mercados de distribución y esperar hasta que la situación mejorara.
“Después de un año, apenas las cosas se enderezan y tenemos esperanza en esta temporada de Todos Santos y posadas, las mejores fechas para vender”, explica Evangelina Jiménez.
Después de arrancar las plantas, se amontonan los racimos y se dejan secar por 10 días antes de acarrearlos a las casas. En las viviendas comienza la etapa de limpieza, luego el productor lo vende al acaparador a 400 pesos el saco de cacahuate.
El comprador lo guarda en su casa, Martín Colín, por ejemplo, llega a almacenar hasta 200 sacos de cacahuate crudo que le rendirá para vender en dos meses.
Luego de una segunda limpieza del cacahuate, se coloca en un tambo de acero con capacidad de 60 litros y se gira sobre la lumbre a una temperatura de 300 grados por espacio de hora y media.