“¡A veces nos va bien, a veces nomás no, a veces hay precio y a veces no!, es nuestro trabajo, es nuestra vida que tenemos que vivir”, indica José Florentino, campesino, quien lamenta la pérdida reciente de su hijo mientras toma sorbos de una cerveza, al tiempo que señala los surcos de milpa: “En el campo está difícil para mantenerse, no es para vivir de este negocio, pero acá estamos porque el campo es nuestra vida”.
De acuerdo con el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), entre los bienes y servicios con mayores alzas destaca el grupo de alimentos, entre los que resaltan la harina de trigo, pan blanco y la tortilla de maíz. Entre las frutas y verduras con mayores aumentos se encuentran las papas, ejotes, sandía, naranja, chayote y chile seco.
“Nos dedicamos al cultivo del maíz, la calabacita, los tomates de cáscara, ejotes, cebolla, de todo un poco, los llevamos a Puebla, a la Central de Abastos en México, la de Iztapalapa”, cuenta Félix Hernández.
No obstante, reconocen que el campo ha sido un trabajo titánico para las familias que se dedican a la agricultura.
Aunque lo que se produce en el campo son alimentos de primera necesidad para todas las personas, a los campesinos no se les reconoce su trabajo y menos reciben apoyo público para impulsar la producción, señala Rodrigo Hernández.
Y es que a principios de mayo pasado, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), adelantó que habrá una probable disminución de superficie sembrada de maíz y otros productos, por la preocupación por los elevados costos de los fertilizantes y otros insumos, ante el conflicto entre Ucrania y Rusia, ya que este último es uno de los mayores productores de fertilizantes a nivel mundial.
“Cada año hay un aumento, pero no se había visto tan reflejado como este 2022”, lamenta el productor Sebastián Martínez.
Ante esta situación, Félix Hernández señala que de las tres hectáreas de tierra en las que produce diversos cultivos que siembra cada año, este 2022 sólo será uno, por el alza en el precio del fertilizante y otros insumos necesarios, como insecticidas y pesticidas.
Los productores no sólo enfrentan el aumento en el precio del fertilizante, sino también las plagas en sus cultivos y los efectos de fenómenos naturales, como fuertes lluvias, granizo o viento que daña sus siembras.
“Pues ya le pegó la granizada a nuestra siembra, a principio de año, en enero. La otra granizada fue en abril, la verdad ha estado bien difícil el tiempo. Y luego con el alza de fertilizantes”, explican.
Los agricultores solicitan a las instancias municipal, estatal y federal que implementen políticas públicas que impacten directamente en la producción de sus cultivos y aminoren los daños.
Don José Florentino aún tiene la esperanza de que las dependencias proporcionen un poco de apoyo para su cultivo, y el de los demás productores. Mientras, espera abonar su milpa y que al menos las plagas, la granizada o la abundante lluvia no dañen su sembradío.