Cándido Orozco, el zapoteco que arranca bellas melodías a simples hojas de laurel

El don de tocar música con hojas verdes le permitió dominar la armónica, y aunque él no se considera músico, ha sido invitado a participar en reuniones, velorios y tertulias

Cándido Orozco, el zapoteco que arranca bellas melodías a simples hojas de laurel
Cándido Orozco, el zapoteco que arranca bellas melodías a simples hojas de laurel
Municipios 18/08/2021 10:18 Actualizada 12:57

Juchitán de Zaragoza.- Cándido Orozco Martínez toma la hoja más tierna del árbol de laurel, la dobla y la coloca entre los labios, la presiona y sopla. El aire y el esfuerzo  con la lengua aplicados en la hoja se convierten en las notas de la melodía Amor eterno y así, desde un bolero hasta una cumbia, este campesino de 74 años, oriundo de Juchitán, tiene el don de hacer música con las hojas de laurel y del bejuco de zorrillo (lubaa be’te).

Cándido recuerda que su padre Francisco tenía también el don de hacer música con las hojas de laurel, así que de él aprendió la técnica de los soplidos y cómo colocar la hoja en la boca. 

Todo comenzó cuando tenía 13 años. Un día se dirigía a la milpa con su padre, cuando éste arrancó una hoja de un árbol y a ella le arrancó las notas de un son regional. A partir de entonces, Cándido comenzó a imitarlo.

“Sólo una vez me dijo cómo se colocaba la hoja, qué tipo de hojas y cómo soplar. De allí sólo practiqué, hasta que un día toqué un son regional frente a él y se sorprendió. Con su sorpresa entendí que ya había aprendido la técnica de la hoja de laurel. Este don es parecido al del chiflido, no toda la gente sabe chiflar, es una habilidad que combina los labios y la lengua, igual sucede con las hojas de laurel”,  comenta Cándido, mientras descansa sentado en la galera de su vivienda. 

Para lograr las melodías se requieren hojas con la estructura de las de laurel o como las del bejuco de zorrillo, por ser delgadas y porque no se rompen al doblarse; además, la delgadez también permite obtener ciertos tonos. El músico cuenta que  algunos utilizan las hojas tiernas de limón o naranja, por las mismas características.

Cándido recuerda que en su juventud existían en Juchitán varios ancianos campesinos que también tenían el don de hacer música con hojas. Casi todos eran hombres de campo que entretenían a otros hombres con su habilidad, principalmente en los velorios y cantinas. En ese tiempo eran personajes muy solicitados en estos espacios.

Esta habilidad, la de tocar música con hojas verdes, le permitió dominar con el tiempo la armónica, y aunque no se considera un músico, algunos músicos tradicionales de su barrio solían invitarlo a acompañarlos en algunas reuniones familiares, velorios y en las tertulias en las esquinas de alguna calle, a donde acudía con el pequeño instrumento.

En sus buenos años, asegura, lo acompañaba su hermano con la guitarra. En alguna ocasión le realizaron una grabación casera interpretando varias melodías, sobre todo boleros y sones regionales, grabación que presumía a sus amigos. Cándido se convirtió en un personaje muy conocido por hacer música con las hojas.

“Una vez un músico me invitó a que lo acompañara a un evento que realizaba una radio local. Allí toqué con mi hoja de laurel, mucha gente me escuchó por la radio y hasta una señora me quiso contratar para ir a tocar  a su fiesta. Llegaron a contratar a mi hermano y a mí en los velorios, en los viejos tiempos éramos muy conocidos”, recuerda este campesino.

La edad y la mermada salud le dificultan a Cándido sostener tonos altos, pero no le impiden intentarlo, complace a sus amigos con viejas melodías y al visitante que le solicita una canción.

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