Juchitán.– Como ocurrió 26 años atrás, la población juchiteca volvió a inundarse sin que le cayera una gota de lluvia. Se inundó tras el desbordamiento del río Las Nutrias, por el escurrimiento de las aguas que dejó Erick en la montaña zapoteca-mixe.

Desde muy temprano, las autoridades de Protección Civil alertaron ayer a la población istmeña sobre los riesgos de inundaciones por el desbordamiento de los ríos, derivado de los escurrimientos por lluvias que se estaban registrando en las zonas altas del Istmo.

En Juchitán, donde la crecida del río Las Nutrias comenzó a afectar las partes bajas, al mediodía, la coordinación municipal de Protección Civil informó que el afluente comenzó a subir, y así continuó durante la tarde y noche hasta alcanzar los seis metros y medio de altura.

Los habitantes tuvieron que salir de sus casas en la madrugada
Los habitantes tuvieron que salir de sus casas en la madrugada

Antes de las 8:00 de la noche del jueves, mientras las autoridades, soldados, marinos y policías municipales rescataban familias en las partes bajas de las secciones quinta y séptima y octava saltillo, las aguas frías del río Las Nutrias comenzaron a llenar las calles del sector norte.

La preocupación mantuvo expectante a los pobladores que comenzaron a embolsar sus prendas de vestir y colocar en sitios seguros de la vivienda sus enseres, ante el riesgo que el agua ingresara a sus domicilios. Todo el esfuerzo fue inútil. Con fuerza, el agua llegó, inundó y los atrapó.

Llegan lanchas para rescate

Pescadores de la localidad de Playa Vicente trasladaron lanchas para que las autoridades tuvieran mejores condiciones de rescate entre callejones, en medio de la oscuridad y gritos de hombres y mujeres, así como el llanto de los recién nacidos, que fueron trasladados al refugio del DIF.

Pescadores de Playa Vicente trasladaron lanchas para rescatar a la población
Pescadores de Playa Vicente trasladaron lanchas para rescatar a la población

Fue una noche de insomnio, de pesar y de temor ante los recuerdos de la inundación de 1999, cuando el río desbordado, sin que cayera una gota de agua en ese día, entró con violencia a las viviendas y arrastró muebles, enseres de cocina y animales de traspatio.

La preocupación de las familias se convirtió en miedo y angustia cuando diversas viviendas comenzaron a inundarse. La gente tuvo que pedir el auxilio de rescatistas. Estaba atrapada en el agua desbordada.

En algunas casas, hombres y mujeres colocaron sacos de arena y ladrillos en las entradas para contener el ingreso del agua. Algunos lograron su cometido, otros sólo vieron resignados como paulatinamente el piso se empezaba a mojar.

Poco antes de las 5:00 de la mañana, así como rápidamente subió el nivel del río y llenó las calles, comenzó a descender. Ya dejó de llover en la montaña mixe-zapoteca, reportaban las autoridades, para tranquilidad de las familias juchitecas.

Al amanecer, cientos de personas con escobas, cubetas y detergente en manos, salieron a limpiar sus calles, que cotidianamente son el espacio para el mercadeo de alimentos como mariscos, garnachas, tamales, empanadas. Toda la gastronomía juchiteca.

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