La semana pasada, tres venezolanos fueron dados de alta del mismo nosocomio, luego que concluyeron su tratamiento que dura varios, pero en muchos casos, desde el hospital comunitario de San Pedro Tapanatepec, no terminan el proceso de atención y se van caminando.
En esa caminata, refieren enfermeras que piden que se omitan sus nombres, son picados por el mosco anófeles que vuela y pica a una persona sana y la infecta, la contagia y por esa razón, en lugar de disminuir, desde octubre pasado, los casos están aumentando de manera alarmante.
Al principio, recuerda un médico de ese nosocomio, se pensó que los niños tenían hepatitis, hasta que trabajador del nosocomio, que laboró en el área de Vectores con los llamados “palúdicos”, realizó las pruebas sanguíneas de “gota gorda” y se determinó que eran casos de malaria.
Desde Chiapas, MSF detectó los primeros casos sospechosos y ahora, ya comprobados por laboratorio, los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO) enfrentaron un nuevo reto: ¿dónde conseguir la cloroquina para el tratamiento del paludismo ya desterrado en Oaxaca desde 2021?
La cloroquina, conocida popularmente como Aralen, no se vende en las farmacias particulares, sólo es suministrado por el sector salud y fue hasta en el estado de Jalisco, donde se localizó un lote que se envió al Istmo. Las dos menores se recuperaron y días después, siguieron su viaje.
Un mes después, en octubre de 2023, la Jurisdicción Sanitaria número dos, del Istmo, confirmó la presencia de 20 casos importados, con personas de Senegal, China y Venezuela, y que corresponden a parásitos de la variedad plasmodium vivax.
Días más tarde, las autoridades estatales de los SSO confirmaron la presencia de poco más de 50 casos entre Valles Centrales y el Istmo, aclarando que ninguno de esos casos era local, sino foráneos.
Oaxaca seguía presumiendo que estaba libre de malaria o paludismo, pero llegó enero de este 2024, y la malaria se presentó en la población local. Ocurrió lo que debía de ocurrir, un mosco aedes, trasmisor del dengue, zika, chincuncuña y paludismo, comenzó a contagiar a los locales.
“Tuve dos hermanas pacientes con los síntomas, traté de controlarles la fiebre, pero al ver que no mejoraban, notifiqué los casos al hospital, desde donde enviaron técnicos que hicieron las pruebas y dieron positivo, las internaron”, dijo el médico Margarito Aquino.
Creo, añadió, que es necesario que las autoridades de salud emitan una alerta epidemiológica ante la presencia del paludismo, así como se hace con el dengue. La malaria ya está entre nosotros y no podemos ocultarlo, precisó.