"Siempre hemos bailado en estos días a nuestros muertos. Es parte de nuestra tradición, entonces ya sabemos que en esta fecha debemos de cumplir con nuestra danza", dice Rogaciano Bernal Herrera, quien lleva más de 40 años bailando Los Diablos.
Aunque el danzante no tiene mucha noción de cómo llegó esta danza a Collantes, sí tiene en claro que es parte de su identidad como comunidad negra que habita en esta parte de la Costa de Oaxaca.
Para continuar con las festividades, este miércoles en punto de las 12:00 del día, los danzantes mayores al ritmo de sones del armónico con el bombazo o tigresa, tocaron en el cementerio para despedir a las ánimas. Lo que fue una despedida, pasó a ser una fiesta durante toda la tarde para las familias.
Las mujeres, niños y niñas principalmente, esperaron bajo la sombra de los árboles a que Los Diablos, recorrieran sus polvorientas calles, pues aunque es una comunidad que mantiene su cultura viva y con gozo, también destaca entre aquellas con menor atención en infraestructura y programas sociales.
“Es un orgullo para el pueblo de Collantes tener esta danza que nos da identidad como afrodescendientes. Desde que recuerdo, la danza es parte de nuestra costumbre. El Día de Muertos es un día de mucha alegría para nosotros”, agrega el músico y danzante Zenot Toscano Salinas.
Durante estos días de celebración, los pequeños disfrutan el papel del diablo mayor, quien es el jefe de todos los diablos, junto a él lo acompaña su esposa o minga. Los personajes corretean a los menores para pegarles en son de broma, y los jóvenes disfrutan ser correteados.
“Antes esta danza se bailaba con huaraches de piel de toro, no sonaban como ahora”, dice Zenot, mientras camina detrás del montón de niñas, niños y mujeres que ríen a carcajadas junto a los pequeños.
La despedida a las ánimas comenzó por la tarde y noche de este miércoles, bajo el cielo azul, se escucharon los zapateados y brincos de los danzantes con una máscara sobre su rostro.
Aunque durante el rato de fiesta todos ríen y se divierten con la danza, pero saben que con el paso de los años los danzantes mayores han dejado de bailar. Por ejemplo, este año, apenas se reunieron unas diez personas para participar.
“Creemos que es necesario continuar enseñándole a los chamacos para que no se pierda la costumbre, aunque es difícil porque durante estos días de nuestro servicio no cobramos a las personas, algunos realizan cooperaciones voluntarias, pero es muy poco y bueno, también tenemos necesidades como en mejorar nuestros vestuarios”, agrega uno de ellos.