Juchitán, Oax. – A pesar de que los meses de noviembre y diciembre son periodos de veda para la captura de la lisa, sus huevas, un manjar gastronómico, conocido como el caviar mexicano, abundan en los mercados del Istmo para su disfrute en las fiestas de Navidad y Año Nuevo.
Durante diez años, desde 2012 al 2022, una prolongada sequía impidió el trasvase natural de aguas del golfo de Tehuantepec a los sistemas de las lagunas Superior e Inferior del Istmo oaxaqueño y cerró la boca barra de San Francisco.
En ese lapso, más de cinco mil pescadores que realizan sus capturas en ambos espejos lagunares en la laguna de Mar Muerto, vivieron con desesperación el desplome de la producción pesquera. No hubo especies de yolo, pargo, curvina, robalo y lisa.
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Tres años después de esa sequía que afectó las aguas de las lagunas superior e inferior y de Mar Muerto, los pescadores ikoots y zapotecos de la zona, se organizaron y con pico y palas en las manos, retiraron toneladas de arena y abrieron la boca barra.
Desde entonces, en las pesquerías de San Dionisio del Mar, San Francisco del Mar, Juchitán, Unión Hidalgo, Ixhuatán y San Pedro Tapanatepec, no han vuelto a desaparecer ni escamas ni crustáceos que capturan en pequeñas embarcaciones.
En una pequeña pesquería de San Dionisio del Mar, conocida como Huamúchil, con unos dos mil habitantes, recuperó su producción del caviar mexicano que ha inundado las mesas familiares y los puestos de venta en las calles cercanas de los mercados de mariscos.
La lisa está en veda, explica un pescador que pide no ser identificado, y como en esta temporada compite en volumen y tamaño con otras escamas como curvina, pargo, yolo y robalo, lo que hacen los pescadores es abrir la pieza, retirar las huevas para su venta y tirar el pescado al mar.
Por noche, unos 40 lancheros tiran al mar más de 300 toneladas de lisa, porque sin hueva, pierde su valor y necesita mucha mano para salarla en el proceso de conservación, requiere espacio para su transporte y como está en veda, los marinos te pueden detener, explican los pescadores.
En la ciudad de Juchitán media docena de pares de huevas de lisa, del tamaño de la palma extendida de la mano, se vende en 350 pesos. Es el caviar mexicano que nunca falta en una celebración en sus múltiples presentaciones gastronómicas.
Como muchos paisanos se han ido a trabajar a Estados Unidos, esas huevas también se disfrutan arriba de la frontera norte, en la costa Este de los “yunaites”, hasta Pensilvania, presumen los ikoots que, con el paso de las lluvias, recuperaron su vida pesquera.
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