Juchitán.– Fue un simulacro, se sabía. Y ocurrió ocho años después del terremoto del 7S-17; sin embargo, el lastimero ulular de las sirenas revivió los recuerdos más tristes y dolorosos de esa noche, cuando miles perdieron sus viviendas y durmieron durante meses a la intemperie.

Aunque este segundo simulacro se enmarcó en el cuadragésimo aniversario del sismo de 1985, que devastó al entonces Distrito Federal, y al que ocurrió el 19 de septiembre de 2017, en Juchitán, la población participó rememorando la tragedia propia, la del 7S-17.

Las autoridades eligieron el parque Heliodoro Charis Castro para izar la bandera a media asta y, desde ese sitio, a los alumnos y docentes se les vino encima las primeras imágenes del otro día, del derruido Centro Escolar "Juchitán", del templo de San Vicente Ferrer y de la Casa de Cultura.

Después de las 12:00 del día, las autoridades de Protección Civil, Bomberos y Policías recorrieron varias calles de la ciudad con las torretas encendidas de sus vehículos. Imposible olvidar que hace ocho años, en recorridos similares, pedían a la gente que cerraran las llaves de gas.

Como parte de la escenificación del simulacro, cuerpos de rescatistas auxiliaron a personas lesionadas y las subieron a las ambulancias, tal y como ocurrió esa noche del 7S-17, sin luz, sólo iluminados por las lámparas de pilas y de los teléfonos móviles.

Las autoridades señalaron que los simulacros ayudan a la población a prepararse en la cultura de la protección civil, sobre todo porque el Istmo de Tehuantepec se localiza en una zona de alta sismicidad.

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