La celebración en honor a la Virgen de Guadalupe comienza con recorridos por las calles desde diferentes domicilios a partir de las cuatro de la tarde, con la algarabía de la música de flauta de carrizo, tambor y caparazón de tortuga golpeado rítmicamente con astas de venado.
De acuerdo con la tradición juchiteca, la peregrinación empieza en la tarde del primer día de diciembre y se repite, en diferentes domicilios durante once días para que el 12 de diciembre, los participantes dediquen las mañanitas a La Guadalupana.
La tradición, cuenta doña Josefina, no surgió propiamente de la cultura zapoteca, sino que llegó desde la ciudad de Acámbaro, Guanajuato, cuando llegaron las brigadas de obreros, con sus familias, a trabajar en la industria ferrocarrilera en Juchitán y poblaciones del Istmo en 1953.
No tenemos muchas ventas, pero sí vienen las familias a comprar los trajecitos que nosotros confeccionamos en Puebla, dijo doña Ofelia Rosas, sentada en un pequeño espacio a un costado de la iglesia San Vicente Ferrer, que aún sigue en reconstrucción.
Este año también será difícil para nosotros, indicó el fotógrafo Axel, quien, al igual que sus compañeros, al término de la peregrinación hacían fotografías de los menores de edad como recuerdo de su fervor guadalupano. Antes, cada día, cada uno ganaba aproximadamente mil pesos.