Unión Hildalgo, el pueblo de Oaxaca que defiende su bosque de palma para que no sea devorado por las eólicas

Los comuneros como Laureano responsabilizan al amplio desarrollo eólico en la región de la destrucción de 40% del bosque de El Palmar

Unión Hildalgo, el pueblo de Oaxaca que defiende su bosque de palma para que no sea devorado por las eólicas
Foto: Roselia Chaca
Municipios 02/12/2021 11:06 Roselia Chaca Oaxaca Actualizada 11:06

Unión Hidalgo.—  El Palmerito como le gusta que le digan a Laureano Toledo, conoce cada rincón de las 829 hectáreas que conforman el predio El Palmar

Desde hace 50 años lo recorre caminando, en motocicleta y carreta. Debido a esos andares, durante cinco décadas vio desaparecer poco a poco el pulmón natural de Unión Hidalgo, municipio del Istmo de Tehuantepec, a consecuencia de la instalación de un parque eólico, la quema clandestina, la falta de humedad  por la plantación de aerogeneradores y las invasiones de terrenos.

Laureano recuerda que comenzó a recorrer los caminos del Palmar a los ocho años, siguiendo a su padre y a su abuelo en la  cosecha de  la palma real, que secaban al sol y vendían a productores de sombreros, bolsas, cestería y demás artesanías típicas  de la región Mixteca y del estado de Puebla.

En ese entonces, alrededor de 100 familias vivían directamente de la producción de la palma en la zona comunal; hoy quedan 20  familias que se sostienen con la cosecha de 30 a 40 mil palmas al mes.

Eólicas vs. el bosque

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Foto: Roselia Chaca

Antes de que llegaran los parques eólicos Piedra Larga I —con 152 aerogeneradores instalados—, y su expansión, Piedra Larga II, ambos operados por Desarrollos Eólicos Mexicanos de Oaxaca (Demex), filial de la española Renovalia Reserve,  los comuneros cosechaban hasta 70 mil palmas a la semana, las cuales eran transportadas en cuatro camionetas torton con capacidad de 40 toneladas cada una.

Era una fuente de empleo que los mantenía, pero con la reducción de la producción, muchos pobladores emigraron  hacia el norte del país.

 Cada uno de los comuneros cosecha entre 3 mil y 4 mil palmas al mes, las cuales llegan a comercializar hasta en 3 mil pesos. La mayoría realizan otra actividad económica durante el día, para  lograr sobrevivir. En el caso de Laureano Toledo, él se dedica a la  pesca ribereña en el estero y la laguna.

Los comuneros como Laureano  responsabilizan al amplio desarrollo eólico en la región de la destrucción de 40% del bosque de El Palmar. 

Señala que el resto de este ecosistema seguirá siendo afectado, ya que la propuesta de los gobiernos federal y estatal es  seguir extendiendo la mancha eólica con el proyecto Eólica Unión; aunque aún no tiene ni permiso de construcción, sí tiene terrenos apartados.

El Palmerito enumera las líneas de  aerogeneradores que van del  número 24 al 34 y marcan el límite con las 829 hectáreas del Palmar. 

Afirma que estos ventiladores desviaron el agua del subsuelo que contribuía a mantener la humedad de la zona, lo que provocó que en 15 años muchas  de las  palmas se fueran secando y otras tardaran más tiempo  en reproducirse, lo que afectó directamente a los productores de esta planta.

“Antes de que sembraran los aerogeneradores, sólo teníamos que esperar 15 días para que la palma volviera a crecer después de ser cortada, pero ahora tarda hasta un mes y medio, esto porque  secaron y desviaron las venas de agua del subsuelo que daba humedad al Palmar.

“Recuerdo que, al sembrar el aerogenerador V24, usaron dos bombas de succión para secar el agua, además de rellenarlo  de cementante y acero, afectaron las venas de agua y allí está la consecuencia”, explica molesto Laureano, mientras recorre en compañía de EL UNIVERSAL los límites que aún separan a El Palmar con el parque eólico.

Ampliación agresiva

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Foto: Roselia Chaca

La quema clandestina de las plantaciones es recurrente en la zona; los comuneros señalan que estas quemas son provocadas por personas contratadas por las mismas empresas eólicas, que tienen interés en ampliarse o instalarse. 

Los productores afirman que las empresas buscan dar la impresión de que la palma se está agotando, lo que les ayudaría a justificar la ocupación.

Otro de los problemas que se han presentado son las invasiones de las tierras, mismas que terminan siendo privatizadas, de manera fraudulenta, acusan los comuneros, para luego ser rentadas a las grandes empresas eólicas.

Recientemente, los comuneros y defensores de El Palmar, como Laureano Toledo, se enfrentan a la presencia de una organización civil que busca declarar la zona como área natural protegida para su conservación y aprovechamiento controlado, lo que desató la inconformidad del Comisariado de Bienes Comunales.

“Ahora surgió de la nada un grupo vinculado al PRI local que busca controlar una zona comunal, un espacio que nosotros llevamos décadas protegiendo y peleando que no sea invadido. Aquí el interés es claramente hacerse del control para que ellos negocien con las empresas eólicas y no lo vamos a permitir. El Palmar es comunal y vamos a defenderlo con la vida, porque esto es lo que nos da de comer”, argumenta El Palmerito.

El Palmar, que en los  títulos primordiales de Juchitán de Zaragoza es mencionado como un  bosque de palmas reales que solía llamarse en zapoteco Ziña Gaayu’/ Cinco Palmas, ha sido  defendido desde hace décadas, desde que el gobierno federal  por primera vez lo quiso convertir en zona de riego.

La defensa se reactivó en 2018, cuando en  la Gaceta Ecológica de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), el gobierno federal  anunció  dos nuevos parques eólicos pertenecientes a la empresa alemana Siemens Gamesa.

Estos  dos proyectos están  ubicados entre el estero y la población, y son identificados como  Palmita I, con 15 aerogeneradores, y Palmita II, con 18, cuya instalación implica la destrucción de aproximadamente mil 589 hectáreas del territorio comunal, además de afectar a otra de las zonas en donde todavía crece la palma.

Los comuneros de Unión Hidalgo, además de defender  El Palmar, también pelean  en cortes internacionales contra la empresa Électricité de France (EDF), en un caso único en su tipo, en el que una comunidad indígena de América Latina logra llevar por primera vez una demanda por violaciones a sus derechos humanos ante una corte de París, Francia.

Se trata de un caso en contra del proyecto eólico Gunna Sicarú, que EDF busca construir en la comunidad y con el que ha violado la ley de vigilancia francesa, de acuerdo con los comuneros zapotecas y sus asesores legales, el Proyecto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (ProDESC) y el Centro Europeo de Derechos Constitucionales y Humanos (ECCHR, por sus siglas en inglés).

 Ante la lucha de los comuneros por defender su territorio, su medio ambiente y sus fuentes de trabajo sustentable, incluso la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha intervenido. 

El Relator Especial sobre el Derecho al Desarrollo; la Relatora Especial sobre la Situación de los Defensores de Derechos Humanos, y el Relator Especial sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, del Consejo de Derechos Humanos, atendieron la carta de alegación correspondiente al impacto de los parques eólicos a gran escala sobre los derechos humanos de la comunidad de Unión Hidalgo.

En el documento de 16 cuartillas firmado por los seis relatores de la ONU, reiteraron que corresponde a EDF llevar a cabo la debida diligencia en materia de derechos humanos y la evaluación del impacto de género para identificar, prevenir o mitigar cualquier impacto adverso sobre los derechos humanos de los proyectos que financia.

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