Xilase, la “tristeza zapoteca” que cobró vidas en Juchitán tras la devastación del terremoto

La destrucción que dejó el sismo de 8.2 grados que el 7 de septiembre de 2017 golpeó a esta ciudad del sur de Oaxaca también causó cambios profundos en la forma de vida de sus habitantes y en muchos casos los sumió en la depresión

Xilase, la “tristeza zapoteca” que cobró vidas en Juchitán tras la devastación del terremoto
Xilase, la “tristeza zapoteca” que cobró vidas en Juchitán tras la devastación del terremoto. Fotos: Rusvel Rasgado
Municipios 07/09/2024 14:25 Alberto López Actualizada 16:00

Juchitán.– El día que Aníbal falleció, el hombre había ido al centro de Juchitán y en su trayecto volvió a contemplar la dimensión de los daños que sólo 24 días antes había dejado el terremoto que el 7 de septiembre de 2017 devastó a esta ciudad zapoteca. 

Esa tarde saludó a una de sus primas en el parque, cubierto de comerciantes que se quedaron sin mercado, y llegó muy triste al campamento instalado en plena calle donde pernoctaba con toda su familia desde que perdió su casa. Dijo que estaba muy adolorido. Luego, se infartó.

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A  siete años de la muerte de su esposo Aníbal Cuauhtémoc Mendoza Orozco, doña Faustina Ruiz Carrasco está convencida que el padre de sus cuatro hijos “murió de tristeza”, que en zapoteco se nombra como xilase, por la depresión de enfrentaba luego de que el sismo destruyó en segundos la vivienda que construyeron con un el esfuerzo de cinco años.

En las semanas posteriores al terremoto la frase en zapoteco: “xilase biti laabe” inundó las conversaciones entre las familias que aún dormían en las calles o en los patios, bajo sábanas o impermeables de vivos tonos que con el paso de los días perdieron su colorido.

Al casi centenar de muertos que dejó la tragedia en el Istmo de Tehuantepec había que comenzar a sumar a aquellos que murieron de tristeza al ver devastado su ciudad y su vida misma como la conocían.

Este 7 de septiembre se cumplen siete años del terremoto que provocó la demolición de más de 15 mil viviendas, vernáculas en su mayoría, causó la muerte de poco más de 36 personas sólo en Juchitán y dejó sin aulas a miles de escolares de todos los niveles educativos.

A siete años del terremoto, en Juchitán no se han cerrado las heridas, dice el investigador zapoteco Tomás Chiñas Santiago. “Persiste el dolor, la tristeza, pero como nuestra raza zapoteca es fuerte, se aleja de esos símbolos de la depresión bailando en las fiestas, pero el dolor está ahí. No se va”, asegura.

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El también cronista dice que Aníbal Cuauhtémoc Mendoza Orozco no fue la única persona que murió de tristeza en Juchitán. “Después del terremoto, conocí varios casos de fallecimientos a causa del xilase”, explica Chiñas, quien se ha dedicado ha documentar con textos y fotografía la historia juchiteca y que está convencido que las heridas de muerte que el terremoto dejó en la ciudad terminaron por menguar la vida de sus habitantes. 

El médico Margarito Aquino dice que la medicina reconoce al padecimiento de xilase y su tratamiento consiste en la administración de antidepresivos y con ayuda psiquiátrica, porque las personas con tristeza o depresión pierden las ganas de vivir.

Con las heridas abiertas

El terremoto y la posterior reconstrucción, explica el investigador Tomás Chiñas, cambió el rostro urbano y la arquitectura tradicional de esta ciudad zapoteca. Hoy hay menos viviendas de tejavana y hay más casas de pequeños departamentos.

Las casas de antes, de dos aguas, altas, espaciosas, con amplios corredores, de ladrillos y tejas fueron construidas por los juchitecos en función de las altas temperaturas que tenemos en la zona que van hasta los 44 grados, pero esas casitas que se construyeron ahora acumulan más calor, dice.

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En diversos sectores de Juchitán, sobre todo en las secciones Cuarta, Quinta, Sexta, Séptima, Octava y Novena, donde la destrucción de viviendas se acentuó más, aún hay espacios sin reconstruir. “No a todos les dieron dinero o fue insuficiente”, acusa Chiñas Santiago.

Como consecuencia, en Juchitán revivió el xilase, un viejo padecimiento que volvió a lastimar la vida del pueblo zapoteco, acostumbrado al disfrute y goce, con alegría e intensidad, de sus festividades patronales o particulares.

Comercio, lenta recuperación

Entre el terremoto de 2017 y la pandemia de Covid-19 que golpeó con aún más severidad entre 2020 a 2022 al comercio juchiteco, la ciudad siguió con una lenta agonía. Cientos de unidades económicas no pudieron recuperarse tras el sismo.

Los dueños de los comercios no eran propietarios de los locales para reconstruirlos y el gobierno le negó la ayuda tanto a los comerciantes como a los dueños de los edificios. Sólo hubo apoyos de 120 mil pesos para la reconstrucción de viviendas, no para negocios.

Actualmente, cerca de 300 comerciantes aún expenden sus productos en las calles del centro de la ciudad. Ellos vendían bajo el palacio municipal y el edificio conocido como Portal de los Símbolos Patrios, que todavía siguen en reconstrucción y no puede albergarlos hasta ahora.

“En Juchitán persiste el duelo, pero los zapotecos tenemos la fortaleza para levantarnos y salir avante. No es una frase más. Es un concepto de vida, señala Chiñas Santiago, en la víspera del séptimo aniversario del sismo, donde se recordarán a las víctimas del terremoto y del xilase.

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