Esa tarde saludó a una de sus primas en el parque, cubierto de comerciantes que se quedaron sin mercado, y llegó muy triste al campamento instalado en plena calle donde pernoctaba con toda su familia desde que perdió su casa. Dijo que estaba muy adolorido. Luego, se infartó.

En las semanas posteriores al terremoto la frase en zapoteco: “xilase biti laabe” inundó las conversaciones entre las familias que aún dormían en las calles o en los patios, bajo sábanas o impermeables de vivos tonos que con el paso de los días perdieron su colorido.
Al casi centenar de muertos que dejó la tragedia en el Istmo de Tehuantepec había que comenzar a sumar a aquellos que murieron de tristeza al ver devastado su ciudad y su vida misma como la conocían.

El también cronista dice que Aníbal Cuauhtémoc Mendoza Orozco no fue la única persona que murió de tristeza en Juchitán. “Después del terremoto, conocí varios casos de fallecimientos a causa del xilase”, explica Chiñas, quien se ha dedicado ha documentar con textos y fotografía la historia juchiteca y que está convencido que las heridas de muerte que el terremoto dejó en la ciudad terminaron por menguar la vida de sus habitantes.
El terremoto y la posterior reconstrucción, explica el investigador Tomás Chiñas, cambió el rostro urbano y la arquitectura tradicional de esta ciudad zapoteca. Hoy hay menos viviendas de tejavana y hay más casas de pequeños departamentos.
Las casas de antes, de dos aguas, altas, espaciosas, con amplios corredores, de ladrillos y tejas fueron construidas por los juchitecos en función de las altas temperaturas que tenemos en la zona que van hasta los 44 grados, pero esas casitas que se construyeron ahora acumulan más calor, dice.

En diversos sectores de Juchitán, sobre todo en las secciones Cuarta, Quinta, Sexta, Séptima, Octava y Novena, donde la destrucción de viviendas se acentuó más, aún hay espacios sin reconstruir. “No a todos les dieron dinero o fue insuficiente”, acusa Chiñas Santiago.
Los dueños de los comercios no eran propietarios de los locales para reconstruirlos y el gobierno le negó la ayuda tanto a los comerciantes como a los dueños de los edificios. Sólo hubo apoyos de 120 mil pesos para la reconstrucción de viviendas, no para negocios.
Actualmente, cerca de 300 comerciantes aún expenden sus productos en las calles del centro de la ciudad. Ellos vendían bajo el palacio municipal y el edificio conocido como Portal de los Símbolos Patrios, que todavía siguen en reconstrucción y no puede albergarlos hasta ahora.
“En Juchitán persiste el duelo, pero los zapotecos tenemos la fortaleza para levantarnos y salir avante. No es una frase más. Es un concepto de vida, señala Chiñas Santiago, en la víspera del séptimo aniversario del sismo, donde se recordarán a las víctimas del terremoto y del xilase.