Pequeñas inocentes: el peligro de ser niña en América Latina

En los últimos cinco años y medio, 614 menores fueron asesinadas en siete países de la región. La cifra es apenas un acercamiento, dada la falta de datos que existen al respecto

Ilustración : Dante de la Vega
Nación 01/02/2019 11:23 Daniela Guazo y Montserrat Peralta / GDA Actualizada 12:42

Con la creciente ola de feminicidios en Latinoamérica, siete diarios del Grupo Diarios de América (GDA.com), del cual este diario es miembro, investigaron durante cinco meses este fenómeno perverso que se lleva la vida de cada vez más mujeres, pero en este caso de las más pequeñas: niñas y adolescentes de cero a 17 años que fueron asesinadas en parques, en la calle, en el transporte público o en sus propias casas.

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En los últimos seis años, de 2013 a mediados de 2018, se cometieron 614 feminicidios infantiles en siete países de América Latina. Su “error”: ser mujeres. El Salvador, Argentina, Brasil, Perú, Costa Rica, México y Colombia conforman esta terrible estadística. En todos los países se detectó lo mismo: falta de estadísticas firmes y actualizadas, un contexto de desigualdad económica y una impunidad que se extiende más allá de la misoginia mortal contra menores de edad, hasta cubrir todas las violencias de género en la región de América Latina.

El Salvador ocupa el primer lugar: 157 asesinatos de niñas y adolescentes en este periodo; Argentina está por debajo tan solo por 17 casos, el total llega a los 140 feminicidios. Mientras que México ocupa el tercer lugar: 28 fiscalías del país dieron la información de 89 homicidios tipificados como feminicidio. Esto es una versión diminuta de la violencia que viven las niñas en México. En lugares como Aguascalientes, por ejemplo, el feminicidio se tipificó en agosto de 2017, por lo que solo tienen abierta una carpeta de investigación; todos los asesinatos que ocurrieron en antes, que involucran la muerte violenta de una niña o mujer y que por tanto deberían catalogarse como feminicidios están perdidos en investigaciones catalogadas de otra manera.

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La dimensión del problema es abrumador, pero cuando se analiza caso a caso es aún más crudo. Emanuelly Agatha da Silva, de cinco años de edad, fue asesinada por sus padres en marzo de 2018 en Brasil. Ese mismo año, Orlando Quirós Torres fue condenado a 35 años de cárcel en Costa Rica por golpear a su bebé de cuatro meses. En Argentina, María Laura Cabrera, de 14 años, fue asesinada por su novio.

México no se queda atrás en esta brutalidad. El 23 de octubre de 2017 se encontró el cuerpo de una niña de dos años en Mexicali, Baja California. La causa de muerte fue por traumatismo craneal, es decir que alguien golpeó con tanta fuerza su cabeza que logró dañar su cerebro.

En la mayoría de los casos reportados en la región, los cuerpos inertes fueron hallados dentro de su propia casa, pero hubo levantamientos en casi todos los sitios frecuentados por niñas: la escuela, el parque, el centro de salud, la calle, la tienda, el transporte público.

Los presuntos asesinos tampoco se reducen a una categoría. Sobre todo fueron los padres, pero también los padrastros, tíos, novios, exnovios, hermanos, primos, otros familiares, vecinos, amigos, conocidos, desconocidos. Cualquiera.

Además, estas cifras están enmarcadas por un vacío legal que deja un sinfín de casos en el limbo. Entre 2013 y 2017, sólo en tres de estos siete países ocurrieron dos mil 113 homicidios de niñas y adolescentes, pero la mayor parte no adquirieron la tipificación de feminicidio. En los otros cuatro países no se logró tener acceso a fuentes confiables que abonaran datos para el análisis.

De los 89 feminicidios que se cometieron en México, en 43 dieron alguna información sobre el proceso del caso y tan solo en ocho estaba especificado que ya había una condena. El resto siguen “en proceso” o “en investigación”.

Esta investigación muestra que las niñas de América Latina viven con miedo. Con el temor de ser agredidas en la calle, en la escuela o en el médico, y que es un problemática que azota a toda la región. Todo esto mientras la políticas públicas nacionales y los recursos para implementar una estrategia no llegan y todos los días cientos de niñas son asesinadas en Latinoamérica.

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