Indicó que los ataques con ácido ocasionan que las víctimas queden desfiguradas, ciegas o lisiadas.
“Se considera que el ataque con ácido como arma es un tipo de violencia premeditada, en el que las mujeres jóvenes son las más vulnerables”.
“También hubo en 2012, 2014, 2015 y 2017, uno por año. Hacia 2018 se incrementaron a cinco; en 2019 se confirmaron tres, y uno en 2020”.
La diputada señaló que el daño físico que deja un ataque con ácido es de los más agresivos, puesto que deja quemaduras que se limitan a la extensión donde cayó la sustancia, “aunque este tipo de heridas producen necrosis”, refirió la legisladora.
Aseguró que las cirugías reconstructivas a las que las víctimas se someten se deben hacer en diferentes tiempos, y apuntó que con éstas, además de que son dolorosas, “el daño físico es muy grave, ya que deja secuelas estéticas y funcionales, a lo que se agrega el daño sicológico y económico que les genera.
“Somos la Legislatura de la paridad de género, tenemos la responsabilidad de dejar un marco normativo fortalecido en favor de las mujeres, no debemos dejar que ningún tipo de violencia pueda atentar contra la integridad física o moral de una mujer”, dijo.
La iniciativa de reforma fue turnada a la Comisión de Igualdad de Género de la Cámara de Diputados para su análisis y dictaminación.
En abril pasado, el autor intelectual del primer ataque con ácido contra una mujer en Oaxaca se entregó a la justicia, y días después fue llevado ante el juez. El fiscal local, Rubén Vasconcelos, se comprometió a ejecutar todas las órdenes de aprehensión en contra de cinco implicados.