Tatuajes para dejar atrás el cáncer de mama

Tatiana Makandaxu emprende una campaña que le ha devuelto la confianza a seis mujeres

Nación 03/06/2018 20:26 Perla Miranda Actualizada 20:26

Ana Luisa llegó puntual al estudio de tatuajes en donde le devolverían el pezón que perdió después de tener cáncer de mama. Ella, quien siempre estuvo en contra de tatuar su piel, aseguró que la campaña de dibujar aureolas a mujeres que perdieron el seno, puesta en marcha por Tatiana Makandaxu, le llegó de manera inesperada “como todo lo bueno de la vida” y por eso se animó a romper sus esquemas.

Tatiana Makandaxu es diseñadora de profesión. Luego de una crisis laboral, decidió probar suerte plasmando sus dibujos en la piel de las personas y más tarde abrió su estudio. Decidió regalar tatuajes de aureola de pezón a mujeres que tuvieron cáncer de mama con la finalidad de regresarles la confianza y porque su mamá fue paciente de esta enfermedad que mata a 458 mil mexicanas al año.

El estudio es amplio, en la sala de espera está Ana, quien recuerda que en 2003 le dieron el diagnóstico. “Fui a un Centro de Salud porque había tenido malestar en el pecho, a la altura de la axila, sentía hinchado y me dolía”. En principio, le dijeron que eran ganglios inflamados, le dieron fármacos y la mandaron a casa.

Como el dolor ni la hinchazón cedieron, regresó a consulta, “tenía que pasar, me mandaron al Hospital General, ahí trabajaba una tía y al pasar a saludarla, la doctora que estaba con ella me revisó, en menos de dos horas ya me habían hecho una biopsia”.

Días después, la mujer de entonces 32 años fue a recoger sus resultados, le preguntaron si sabía qué era cáncer de mama y le dieron ocho meses de vida. “Me preguntaron si me quería arriesgar al tratamiento, que sería pesado. Mi primera reacción fue echarme a correr como loca”.

En México, la detección de cáncer de mama sigue ocurriendo en etapas 3 y 4, lo cual provoca que al día mueran 17 mujeres. Este tipo de neoplasias provocan seis mil decesos anuales, 32% superior al cáncer en el cuello del útero, el cual registra 4 mil fallecimientos en un año.

La posibilidad de sobrevivir en etapas 1 y 2 es de 98% y 88% respectivamente; disminuye a 52% en etapa 3 y 16% en etapa 4, explicó Nereida Esparza Arias, cirujana oncóloga adscrita a tumores mamarios del Instituto Nacional de Cancerología (INCan).

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Como el cáncer de Ana era avanzado, recibió cuatro quimioterapias. En mayo de 2003 le extirparon el seno y lo que más se le complicó fue mirarse al espejo.

Pasaron siete años para que se hiciera la reconstrucción del órgano y siete más para que aceptara la idea tatuarse el pezón.

Para poder tatuar un seno reconstruido, las mujeres deben pedir la opinión de su médico, saber que la piel está lista para ser tatuada, que no está demasiado sensible y no traería problemas de salud a la paciente.

Antes de dejar al descubierto sus pechos, Ana se persignó al tiempo que Tatiana sacó una regla para tomar medidas. Como conservó uno de sus senos, se usó una técnica del efecto espejo para que los pezones queden iguales.

Además de medir  y de marcar la zona, el pezón izquierdo es fotografiado con el teléfono de la artista, después envía la imagen a una computadora, la imprime y empieza a remarcarla sobre un papel calca.

Luego, Tatiana escoge los colores para igualar el tono de piel de su modelo. Se puso un par de guantes negros, cubrió el seno izquierdo, acercó una lámpara, colocó anestesia en el pecho, el papel calca y empezó a dibujar sobre la piel morena.

Quien soportó quimioterapias, una mastectomía y una cirugía reconstructiva no pudo mantener los ojos abiertos cuando sintió la aguja sobre su cuerpo.

El trabajo de Tatiana fue muy cuidadoso, todo el tiempo le pidió a Ana que respirara y que no se tensara para evitar el dolor. Punto por punto fue igualando la foto que tenía enfrente, cuando veía que la señora apretaba los ojos o hacía muecas se detenía, le contaba cuantos tatuajes se ha hecho, en qué lugares duelen menos, trataba de distraerla y ganarse su confianza.

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No es la primera vez que la joven diseñadora dibuja una aureola y pezón. Cuando su madre fue paciente de cáncer de mama, se dio cuenta de cómo impacta el padecimiento en el autoestima. Ahora lo ha repetido con seis sobrevivientes  como parte de una campaña lanzada en mayo con la intención de festejar a las mujeres; nadie tiene que pagar por el servicio.

“Así, ellas pueden cerrar ciclos, no que olviden que tuvieron cáncer de mama, pero sí que se sientan cómodas, que recuperen su confianza, es el último paso a seguir desde que les detectaron la enfermedad”.

Punto final

—Listo, ya te puedes parar—, escucho Ana de su tatuadora. Frente a un espejo miró con atención el nuevo pezón, “valió la pena el dolor, la espera, todo lo que he vivido”, dijo con emoción.

Tatiana le puso papel film en su seno derecho y le explicó qué medidas seguir para no irritar la piel y que el tatuaje se mantuviera en perfecto estado. Le tomó un par de fotografías para constatar el antes y el después.

Días después de que se hizo el tatuaje, Ana regresó a sus días habituales: despertarse temprano, hacer labores domésticas y salir a vender dulces, aunque asegura que eso no significa que su vida no haya cambiado de manera positiva.

“Me veo al espejo y me siento tan bien, mi vida no es igual a la de ayer, hago lo mismo, vendo mis dulces, cuido a mi familia, pero soy otra, al cáncer ya le puse punto final”. 

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