Prefieren al "Popo", que sismos
Pobladores dicen que por fenómenos naturales están en tensión permanente
Entre el sismo del 19 de septiembre y las explosiones del volcán Popocatépetl de los últimos días, la comunidad indígena de Hueyapan prefiere al coloso porque lo conocen, conviven con él desde hace siglos y saben que su actividad no pasa del susto.
Sin embargo, la conjugación de los dos fenómenos naturales mantiene a los habitantes de este pueblo, el más cercano de Morelos al volcán, en una tensión permanente. El 19 de septiembre sintieron la fuerza del terremoto y tres días después las autoridades recomendaron preparar sus documentos y una muda de ropa, porque el volcán regresó a la actividad y no saben en qué momento puede explotar.
Reyna Mariaca Rivera, artesana de telar de cintura, dice que el miedo cunde en la comunidad y no quieren salir a exhibir sus prendas.
En su taller de tejido, afirma que la convivencia con Don Goyo, como llaman al coloso, es tan cordial que algunas veces están sentados tranquilamente y de pronto sienten un temblor debajo de la tierra y ven al vecino con enormes fumarolas. “¿Les espanta?”, se le pregunta: “Sí, sí, pero no tanto como este sismo que acaba de pasar”, cuenta mientras señala dos de sus cuartos destruidos por el terremoto.
Don Goyo tuvo acción el miércoles y continuó la madrugada del jueves. Esos temblores envolvieron a la comunidad en un ambiente de estrés, de miedo. “Todos vivimos como en otro mundo”, sintetizan.
San Andrés Hueyapan pertenece al municipio de Tetela del Volcán, un poblado situado a menos de 18 kilómetros del Popocatépetl.
Hueyapan fue una de las comunidades más afectadas por el sismo que colapsó casas y talleres donde las mujeres confeccionan de manera artesanal, rebozos, cobijas, gorros, monederos, morrales y otras prendas hechas a base de lana y teñidas con productos naturales.
Es el caso de Araceli Soberanes Estrada a quien el temblor le derrumbó dos de los tres cuartos que conforman su casa. Uno era el taller donde trabajaba. Crió a sus cinco hijos, luego que su marido los abandonó. Se dedicó a tejer prendas de vestir, como gabanes, que vende hasta en mil 500 pesos en las exposiciones.
El lunes fueron visitadas por personal de gobierno del estado y ofrecieron su apoyo para conseguir espacios de venta, además de promocionar sus piezas tejidas en el Museo Morelense de Arte Popular.