En el último año y medio, al menos 13 personas fueron asesinadas por denunciar extorsiones o por negarse a pagar derecho de piso a grupos del crimen organizado en el país.
Además de Bernardo Bravo Manríquez, líder de la Asociación de Citricultores del Valle de Apatzingán, quien fue asesinado el pasado lunes en Michoacán, están documentados 12 casos más de empresarios, comerciantes y hasta taxistas.
Expertos consultados por EL UNIVERSAL coincidieron en que denunciar la extorsión en algunas regiones de México convierte a los ciudadanos en blanco para la delincuencia organizada, lejos de coadyuvar en las investigaciones para reducir este delito.
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El 10 de julio de 2024, Minerva Pérez, presidenta de la Cámara Nacional la Industria Pesquera en el estado de Baja California, fue asesinada a tiros en la ciudad portuaria de Ensenada. Un día antes había denunciado casos de pesca ilegal y extorsiones de cárteles de la droga en el estado de Baja California, anunciaron ayer autoridades estatales.
El 30 de julio de 2024 también fue asesinado Julio Almanza Armas, presidente de la Federación Estatal de Cámaras de Comercio (Fecanaco), en Matamoros, Tamaulipas. Almanza Armas había hecho declaraciones sobre la situación en Nuevo Laredo, donde se han cerrado numerosas tiendas Oxxo y gasolinerías debido a la extorsión por parte de la delincuencia organizada. Días después, el empresario fue atacado por hombres armados que le dispararon en varias ocasiones.
Pero la extorsión no sólo ha golpeado a empresarios y líderes de organizaciones, también al pequeño comercio. El 8 de noviembre se registró un asesinato en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en contra de César “N”, un carnicero que tenía su local en el Mercado 2 de Abril, en la colonia Guerrero. De acuerdo con las investigaciones, el hombre de 40 años habría sido ultimado por haberse negado a realizar el pago de una extorsión.
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En 2025, el primer caso documentado ocurrió el 22 de febrero, cuando Gael “N” recibió ocho disparos mientras instalaba su puesto de carnitas en calles del municipio de Nezahualcóyotl, en el Estado de México. De acuerdo con familiares, el comerciante ya había denunciado amenazas por extorsión.
Desde 2019, año en que comenzó a gobernar la autodenominada 4T a nivel federal, el delito de extorsión ha aumentado 21.3%, de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional Seguridad Pública (SESNSP) hasta concluir agosto pasado.
Según los datos del SESNSP, en ese año la extorsión se encontraba en 24.61% en el rubro de delitos de alto impacto en el país. Para el cierre de agosto de 2025, ese delito cerró en 29.84%.
Otras víctimas de extorsión que fueron asesinadas por negarse a pagar fueron Julio Luna, dueño de Tacos del Julio, asesinado en San Nicolás de los Garza, Nuevo León; había presentado denuncias por dicho flagelo ante la fiscalía local; cuatro empresarios fueron asesinados entre marzo y abril de este año en Tuxpan, Veracruz. En todos los casos, los propietarios de farmacias, inmobiliarias, ganaderías y restaurantes habían denunciado ser víctimas de extorsión.
También destaca el homicidio de Julio César Castillo Sáinz, dueño de un taller mecánico; de Irma Hernández Cruz, una maestra jubilada que trabajaba como taxista y fue “levantada” y asesinada en Veracruz por negarse a pagar derecho de piso, así como el empresario chino Zhu Yumju, de 34 años, acribillado a balazos en Orizaba, Veracruz, presuntamente por no pagar extorsión para que su restaurante pudiera seguir operando.
El gobierno federal reconoce que, pese a los esfuerzos no ha logrado consolidar la prevención, investigación, persecución y sanción efectivas del delito de extorsión. Por este motivo, la presidenta Claudia Sheinbaum envió al Congreso una iniciativa que fue recibida el pasado lunes, la cual propone homologación en la pena de ese flagelo, que alcanzará penas de hasta 50 años de cárcel.
“Es una tarea pendiente que es obligado atender sin mayor dilación, de forma coordinada, asumiendo las responsabilidades que a cada orden de gobierno le corresponden y a partir de un marco jurídico claro, robusto y general”, señala la exposición de motivos del proyecto de reforma.
Expertos consultados por EL UNIVERSAL coincidieron en que denunciar la extorsión en algunas regiones de México vuelve a los ciudadanos un blanco para la delincuencia organizada, lejos de ayudar en las investigaciones para combatir este delito.
Armando Rodríguez Luna, consultor e investigador del Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia (Casede), afirmó que en estados como Michoacán, Guerrero, Veracruz, Tamaulipas y Baja California, denunciar una extorsión es igual a “firmar una nota de suicidio”.
“Denunciar en condiciones donde tantos actores están involucrados y beneficiados por el tema del cobro de piso, pues es prácticamente firmar una nota de suicidio. Es meterse realmente en problemas donde tu vida está de por medio”, apuntó Rodríguez Luna.
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Uno de los problemas que los especialistas ven para que la estrategia contra la extorsión funcione a nivel federal es el bajo índice de denuncia del delito, precisamente por las amenazas que reciben las víctimas y que, lamentablemente, se han cumplido en muchos casos.
Sobre las nuevas estrategias que plantea el gobierno para hacer frente a este ilícito, Rodríguez Luna consideró que están “apuntando a mejorar el tema de la denuncia y al mismo tiempo a la construcción de capacidades de inteligencia para poder identificar cuáles son los actores que están llevando a cabo la extorsión y cómo eso se está expresando particularmente a nivel local”.
Sin embargo, otro de los matices es que este delito tiene un amplio margen de operación, pues no sólo se extorsiona a pequeños negocios, sino también a empresas y personas sin fines comerciales, personas de la tercera edad y otras comunidades vulnerables.
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“El primer problema importante es que la gente no denuncia porque tiene miedo y tiene —particularmente a nivel local— que enfrentar muchas amenazas además de la extorsión, es decir, no es nada más sacar dinero, sino recibir amenazas específicas”, dijo el especialista del Casede.