Isla, en colapso por servicios rebasados

Pese a crecimiento poblacional no se han renovado desde hace 30 años; absurdo que Holbox aspire a ser Pueblo Mágico: autoridades municipales

Fotos: Adriana Varillas / EL UNIVERSAL
Nación 18/02/2018 20:37 Adriana Varillas / Corresponsal Cancún, Quintana Roo Actualizada 20:37

La isla de Holbox, ubicada al norte de Quintana Roo, vive un colapso. La ausencia de drenaje pluvial y sanitario así como el deficiente manejo de sus residuos sólidos ponen en riesgo su acuífero y la calidad del agua del mar que recibe anualmente al tiburón ballena, considerado el pez más grande del mundo.

El año pasado, el basurero se incendió afectando la calidad del paisaje y la salud de los habitantes; también las lluvias provocaron que, a momentos, la materia fecal se mezclara con el agua y la arena en las calles.

El tema ha llegado a tal grado que durante el verano de 2017 la población lanzó un ultimátum: o solucionaban la problemática o se prohibiría el acceso a la paradisiaca isla que, aun con su caótico devenir interno, ve crecer su éxito turístico y aspira a ser declarado Pueblo Mágico.

El 26 de enero pasado, el Ayuntamiento de Lázaro Cárdenas, al que pertenece la isla, tomó protesta a integrantes del comité que debe conjuntar las evidencias de que se cumple con los 10 lineamientos para que Holbox alcance la categoría de Pueblo Mágico, lo que le permitirá recibir recursos económicos para mejorar  servicios.

Sin embargo, para el alcalde de Holbox, René Correa Moguel, el sólo hecho de pensar que la autoridad municipal pretenda que la isla, en sus condiciones actuales, concurse para ser Pueblo Mágico es absurdo, debido a que  la localidad está rebasada por la presión urbana y turística.

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Sólo lo más básico

Con dos mil 500 habitantes, más las mil 800 personas que recibe, entre albañiles y turistas de lunes a sábado, la  seguridad está en manos de apenas seis policías. No existe una Dirección de Protección Civil, ni cuerpo de bomberos, por si se presenta algún incidente.  Tampoco hay un hospital y el centro de salud es atendido por un doctor y dos pasantes de medicina; abre de lunes a viernes con un magro presupuesto.

Los sábados trabajan hasta las 16 horas, así que el resto del tiempo “hay que encomendarse a Dios”, admite el alcalde del hoyo negro, como en español se traduce la palabra maya Holbox.

“Aquí, si te da un paro cardiaco o algo más grave, tienes que cruzar el mar para que te lleven a Cancún o a Valladolid o Tizimin, en Yucatán, que es lo que queda más cerca para atender problemas mayores”, asegura Correa Moguel.

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Servicios rebasados

De acuerdo con la presidenta de la Asociación de Hoteles de Holbox, Barbara Hernández, la isla cuenta con más de 50 hoteles, la mitad de ellos afiliados a dicho organismo y suma mil 63 cuartos, contando hostales y casas en renta; 90% de sus habitantes viven del turismo y su ocupación promedio es de 80%.

El 19 de diciembre de 2016, al rendir protesta como alcalde de la isla, Correa Moguel se pronunció por frenar el crecimiento demográfico de Holbox, hasta que se pusieran al día los servicios públicos.  “Holbox ha crecido solo (habitacional y turísticamente hablando) y desbordando todos los servicios. La problemática que estamos enfocados en resolver son el drenaje y la basura. Crecimos al 100% y seguimos teniendo servicios de hace 30 años”.

 “Antes decían que se rebosaba porque se mezclaba el agua de lluvia y se salía, pero ¿ahorita? Tenemos dos meses sin lluvias fuertes y estamos igual o peor, por eso creo que el principal problema visual, de salud y turístico es el drenaje”, acusa el edil.

La suma de la población y los turistas que visitan Holbox —dos mil 500 residentes, más mil 800 visitantes— generan diariamente 30 toneladas de residuos sólidos; esta  cifra se duplica durante  temporadas vacacionales.

A 10 minutos del centro, hacia el oeste de la isla, se encuentra la central de transferencia llena de residuos sólidos, sin separación ni clasificación, a menos de 100 metros del cuerpo de agua.  El predio, al igual que toda la isla, forma parte del Área Natural Protegida de Yum Balam.

El sitio es un verdadero foco de infección: carece de geomembranas que protejan el suelo y subsuelo de los líquidos tóxicos que expide la basura en descomposición (lixiviados) y que eviten que estos se filtren hacia el acuífero subterráneo, apenas a 40 centímetros de distancia del suelo. Sobre las montañas de basura revolotean decenas de zopilotes entre desechos orgánicos y ropa vieja, cajas, refrigeradores, televisores, lavadoras, colchones, entre otras cosas. A un costado está el cementerio local.

 “Esto que ven no es nada. El año pasado cuando la crisis de la basura, los desechos llegaban hasta el cementerio, o sea, cerca de nuestros seres queridos”, lamenta Eduardo Pacheco Cetina, de la agrupación Alma Verde y colaborador de organizaciones ambientalistas en Holbox.

 

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